José Antonio Carbonell Buzzian

Mi querida Ceuta, una ciudad a merced de personajes perversos que cometen irregularidades infringiendo la ley obteniendo un estatus de poder. Una urbe donde sus habitantes tienen la esperanza de vida más baja de nuestro país, ostentando el mayor ranking de tasa de abandono escolar. La mitad de su población trabaja para la Administración pero la otra mitad se encuentra en riesgo de exclusión social.

Es bastante sospechoso que una ciudad como Ceuta que maneja presupuestos de 400 millones de euros anuales, muy por encima de cualquier otra ciudad de la península y con una densidad de población de 85.000 habitantes esté en la misma situación o peor que hace dos décadas, esto sin mencionar las partidas extraordinarias que el Gobierno central y la Unión Europea le conceden para asuntos migratorios.

Sus gobernantes ostentan y promueven el clientelismo, nepotismo, la corrupción y la impunidad convirtiendo a esta ciudad autónoma en un caso digno de estudio para llevar al programa de Cuarto Milenio para ser analizada paso a paso para que los caballas conocieran de primera mano que es lo que les espera con esta caterva de sinvergüenzas.

Este ejecutivo que mal gobierna, sigue adjudicando contratos a dedo y no es que lo diga yo, ahí está la hemeroteca para tirar de ella. No se ha realizado aún ninguna auditoria para saber el estado de las arcas de la ciudad o auditar a las empresas municipales. Seguro que nos daríamos cuenta del reparto de dinero público de manera arbitraria a estas empresas y a otras de las que no tenemos constancia.

La falta de control y la transparencia en la contratación pública nos debería hacer reflexionar sobre el abultado presupuesto de Ceuta, algo peculiar en el país es que la corrupción se concentra en el ámbito político, seguido de un crecimiento de cúpulas que generan un conflicto de intereses, permitiéndoles tener un fuerte control sobre las maquinarias internas de los medios de comunicación.

Tendríamos que empezar por apostar en nuestra ciudad por la implantación de listas electorales desbloqueadas, consiguiendo que el ciudadano pueda elegir disminuyendo el poder de las cúpulas, con el resultado de no poder imponer a sus candidatos.

Existen estudios donde se habla de un gran porcentaje de corrupción, sobre todo a nivel de Gobierno local y, hasta cierto punto a nivel autonómico. La imagen de Ceuta está por los suelos, sus ciudadanos se resienten por la falta de principios de sus dirigentes, esta corrupción es igual a las termitas que están demoliendo sinuosamente nuestro sistema, así que ha llegado el momento de efectuar cambios de gran calado, basándonos en el aprendizaje sensato y razonable, mejorando la imagen de nuestras instituciones porque si no paramos a estos que abanderan la corrupción, estaremos abocados a tirar por la borda el presente y futuro de nuestras nuevas generaciones.

“La corrupción es una lacra social; debemos de combatirla sin miramientos“.