No es un juego, no. No es una moda. Ni siquiera puede ser un experimento, mucho menos un anexo sin importancia para quienes van a votar a la derecha.

Y no, no vengo a convencer a nadie porque no hay nada más democrático que luchar por tus ideales, por tus creencias, por tus principios o tu modelo de gestión.

Pero es inevitable que, en esta ocasión, aunque sé que no va a servir de nada, alerte de las consecuencias de un Gobierno del Partido Popular con Vox.

¿Por qué? Porque sé lo que es la violencia de género, sé lo que es que te acosen, te anulen o te traten diferente por ser mujer.

Nos ha costado mucho llegar hasta aquí y no podemos permitir volver a considerar la violencia de género como algo banal e íntimo. No podemos blanquear el terrorismo de género al compararlo con otro tipo de violencia y mucho menos podemos asumir que suele darse, como dijo el candidato al Partido Popular, a un divorcio conflictivo.

Quien haga estas afirmaciones está contribuyendo a que nos sigan asesinando simplemente por ser mujer.

La Ley Integral contra la Violencia de Género fue un antes y un después, una lucha colectiva. Fuimos ejemplo de Europa y supuso la consecución de un cúmulo de derechos que ahora están en peligro.

Sobran los motivos en todos los ámbitos de la vida a los que la política llega. Pero en igualdad y en feminismo ya no es un debate de ideas donde confrontar, en igualdad y feminismo estamos hablando de vidas. Vidas que pueden irse a raíz de un voto.

Si nos siguen asesinando con una batería de herramientas, protecciones y reconocimientos legales ¿Qué harán cuando exista barra libre?

Así que, al poner tu sobre en la urna piensa que justo en este momento hay una mujer o un menor al que le pueden poner una bala encima únicamente por control, poder y supremacía machista y patriarcal.

Y, por cierto, solo sí es sí, porque por encima de errores y polémicas, la llamada Ley del sí es sí ha puesto en el centro de las relaciones sexuales el consentimiento de las mujeres. Algo que han intentado manipular y tergiversar.

Y termino esta reflexión apuntando logros que no pueden quedar en el olvido: 1.750.000 mujeres se han beneficiado del aumento del Salario Mínimo Interprofesional, el 20 % de todas las mujeres empleadas.

La reforma laboral ha mejorado la calidad del empleo, principalmente de las mujeres de baja cualificación y víctimas de violencia de género.

Se han aprobado leyes que obligan a la transparencia retributiva y que han reducido la brecha salarial de género desde un 26,5 % en 2018 hasta un 20 % en 2021. Todo un reto histórico.

500.000 trabajadoras del hogar han conseguido disminuir su precariedad laboral al ver reconocido el derecho al paro. Muchas han abandonado su condición precaria gracias a los incentivos para su regularización.

Avanzamos en ciudadanía, poniendo en el centro los cuidados que sostienen la vida. Por fin las parejas disfrutan del mismo tiempo para cuidar.

Equiparar los permisos parentales por nacimiento y cuidado de personas dependientes ha sido una conquista feminista.

El Plan de Choque en Dependencia ha recuperado la inversión anulada en 2012 con un incremento de más de 6.000 millones para dar cobertura y profesionalizar al sistema nacional de cuidados y de dependencia.

Vivimos más libres de tutelas patriarcales.

Ya no se necesita el consentimiento de los padres y las madres, así como de los tutores legales para interrumpir el embarazo cuando se tiene entre 16 y 17 años. Tampoco hay que deambular entre centros sanitarios para conseguir atención sanitaria.

Hoy las víctimas de violencia sexual tienen acceso a la asistencia jurídica gratuita y cuentan con las garantías de reparación y de atención integral, hayan denunciado o no al agresor.

Se ha reforzado el cuidado, la prevención y el tratamiento de la salud sexual y menstrual. Estamos más protegidas por el Estado

-Hemos logrado mejorar la protección económica en aquellas situaciones de vulnerabilidad de las mujeres gracias al Ingreso Mínimo Vital, dirigido sobre todo a las familias monoparentales. Se han mejorado las pensiones más bajas y las no contributivas (2/3 de mujeres), y además se cubren lagunas de cotización para paliar la brecha de género.

¿Con todo esto, mujer, te lo vas a pensar? Necesitamos tiempo para asentar estas políticas y abrir nuevos horizontes. Necesitamos estar unidas contra la política misógina y excluyente. Necesitamos un Gobierno de izquierdas. Nuestra dignidad está en juego

Hoy, adelante.

Sandra López Cantero