El gato blanco, la maldad humana y los picha corta de turno

S.J. UVE


bolsa gatos contenedores
Dos gatos, junto a un contenedor de basura / Archivo

No sé cómo se llamaba, solo sé que era un gato bueno, que cada vez que me acercaba, incluso con mi perro al lado, se revolcaba por la arena jugando y esperando ser acariciado. Esto de los gatos es como aquello del perro que sufre o del niño en la calle.

Si voy por la mañana a desayunar al Mona Lisa, y veo a 3 niños durmiendo con cartones debajo de una palmera, lo primero que siento es pena, no sé nada de ellos, si son buenos, malos, regulares, ni idea, pero lo primero que me llega de forma inevitable es un sentimiento de pena; seguro que si hubiesen nacido en otro sitio, en otras circunstancias, no estarían ahí, de igual forma que sus hijos, sí, los de usted que los ve debajo de la palmera y no se le mueve el alma, si hubiesen nacido donde ellos estarían también debajo de la palmera.

Decía Schopenhauer que una sociedad se podía medir por el trato que da a sus animales. Bueno, ese gato blanco era "solo" un gato más de la calle, qué más da lo que le pase. Pero a mí sí, a mí sí me da. Decía este pensador que un puñado de necios no formaban una persona de calidad, ¿el problema? Que hay demasiados necios, y como decía Facundo Cabral: "A mi abuelo no le daban miedo los pendejos, le daba miedo que son demasiados".

Así que en décimas de segundo, ese animal, ese gato bueno pasó de estar vivo a estar muerto por el ataque de un perro potencialmente peligroso pero no más que el vaquero que lo llevaba, parece que para muchos, llevar a un perro de grandes dimensiones al lado cubre carencias de autoestima y les hace sentir más hombres, más "John Wayne".

Y no le damos más importancia, era solo un gato... el problema estriba en que algún día puede que no sea un "simple" gato, puede ser su perro, puede ser su hijo que jugando hace un mal gesto delante del perro de Clint Eastwood.

Imagino la agonía del pobre gato que tuvo que ser sacrificado. Imagino que para algunos ese sufrimiento no existió, de verdad que yo conozco a más de uno, de dos y de tres que dicen, por ejemplo, que "el toro no sufre". Ojo, que esta gente vota...

También es graciosa esa gente que se lamenta del número de gatos que hay en la calle; yo podía argumentar que hace algunos años en Jerez, en una urbanización donde vivía, los vecinos de quejaron y entre envenenamientos y llamadas los gatos se fueron. A los pocos meses un niño de 3 años jugando por allí sufrió el mordisco de una rata. Fue entonces cuando hubo que desratizar.

No, no lo vi, no vi el ataque aunque estoy allí casi a diario, pero si lo veo lo denuncio seguro, porque no me entra que un perro que va atado pueda atacar a un gato, intuyo cierta laxitud a la hora de sujetarlo, y a la vez cierto orgullo de llevar al lado a semejante ejemplar intimidatorio, ya saben, aquello de la autoestima...

Hace unos meses en Jerez, un "señor" mataba a patadas a un perrito delante de la niña de 12 años que lo llevaba, a patadas... De las infinitas divisiones que se puede hacer de las personas, una más tan solo es que hay gente con buen corazón y gente mala. Afortunadamente quiero creer que los primeros son más, aun así hay demasiados de los segundos, demasiados.

Sí, Schopenhauer era un pesimista, pero bajo mi punto de vista no le faltaba la razón cuando decía que hemos hecho del mundo un infierno para los animales.

Pero bueno, era un gato, un simple gato, uno más, callejero, sucio, lacerado, magullado, yo lo recuerdo siempre cojeando. Solo que para mí no era solo eso, era mucho más. Descansa, pequeño, a mí me encantaba acariciarte y verte por allí.