Recordar que esta arriesgada práctica le costó la vida a un inmigrante al volcar uno de los camiones en los que iba oculto.
Los inmigrantes terminaron abandonando el campamento porque desistieron de seguir intentando esa vía tan arriesgada, pero en el lugar se quedaron todo tipo de porquerías: mantas, plásticos, botellas de cristal, zapatos, ropa, colchones, etc.
Es triste ver como a representantes del gobierno de la ciudad se les llena la boca diciendo que hacen mucho por el medio ambiente y que los montes están limpios y preparados. Y que están cumpliendo con los planes contraincendios. ¿De ser eso cierto cómo aún pueden quedar todos esos residuos debajo de los pinos y cerca del polvorín del Hacho?
El sitio exacto se puede ver perfectamente en la última foto de abajo.
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