anarquía

Bendita anarquía

Después de una primera parte con cierta sensación de desgana, Mourinho necesitaba menear el árbol para evitar problemas, por eso pensó en Marcelo. Un futbolista que es lateral, pero que aparece mucho de interior y que a veces se olvida de la táctica para surgir en cualquier zona del campo y sorprender al rival. Es verdad que atrás a veces se le va el santo al cielo y tiene alguna laguna importante. Pero en este equipo es vital por capacidad de sorpresa y alegría contagiosa.

"La anarquía de Cesc nos va muy bien"

Cuando Leo Messi llegó al fútbol base del Barcelona, en el vestuario de aquel equipo infantil, entre otros, conoció a Cesc Fàbregas. Diez años después, se han reencontrado en el camerino del primer equipo y, viéndoles juntos en el campo, parece que no se hubieran separado nunca. Les basta una mirada para adivinarse y les sobra talento para encontrarse. Forman una sociedad limitada que funciona como pocas. Ayer quedó muy patente. En el minuto 12, Messi asistió a Fàbregas, y en el 40, fue Cesc quien se la puso en bandeja a Leo para que marcara el quinto de la noche.

La anarquía del Madrid

El 0-0 de Riazor recordó a los jugadores del Madrid algo que se temen cada vez que salen de Chamartín: que el equipo está condenado a encontrar dificultades serias por débil que sea el adversario. Que con Mourinho, que ha dedicado los entrenamientos a ejercitar la defensa y los contragolpes, el Madrid está abocado a sufrir cada vez que los rivales le nieguen los espacios. Cuando el equipo recupera la pelota no tiene más plan para su administración que dársela a Cristiano o a Di María. Y a veces no basta.

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