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La escasez de agua atenaza a Trípoli

Volviendo al pasado y reabriendo los antiguos pozos, muchos tripolitanos recordaban ayer que en 1998 la capital libia se quedó sin agua corriente. Desde el jueves por la noche reviven la ingrata experiencia. "Hace 13 años Muamar el Gadafi quería que todos los barrios estuvieran conectados al proyecto del Gran Río Hecho por el Hombre", explicaba Mansur Mohamed, de 56 años, en alusión a la megalómana obra de ingeniería que transporta el líquido desde los pozos de Jabel Hasuna, a 700 kilómetros al sur de Trípoli, cerca de la ciudad de Sabha. Ahora es diferente. Con la ciudad tomada por los rebeldes casi al cien por cien, a pesar de que los francotiradores siguen activos, sus vecinos pelean contra la escasez de alimentos, de medicamentos y de gasolina. Pero sobre todo, a 40 grados centígrados, combaten contra la sed. Nadie ofrece una explicación convincente del porqué del drástico corte en el suministro de agua.

La amenaza de recortes atenaza a la sanidad

Políticos y expertos reavivan el debate sobre las reformas que necesita el Sistema Nacional de Salud

El aumento de la población, su paulatino envejecimiento y la subida de costes sanitarios por la incorporación de recursos humanos cada vez más cualificados y de tecnologías cada vez más caras vienen provocando desde hace años estrecheces en la financiación del sistema sanitario. Sin embargo, la persistencia de la crisis económica, que ha traducido en una reducción de los ingresos, ha hecho mella en los presupuestos de las comunidades autónomas hasta el punto de poner en cuestión la sostenibilidad futura de un Sistema Nacional de Salud que arrastra un déficit superior a los 10.000 millones.

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