- lunes 29 abril 2024
- Las Ventas. 3ª de la Feria de Otoño. Se lidiaron toros de Núñez del Cuvillo, desiguales de presentación y juego. El 3º, un gran toro. Lleno de «no hay billetes».
- Julio Aparicio, de catafalco y azabache, estocada (silencio); estocada (silencio).
- Morante de la Puebla, de nazareno y oro, media atravesada (silencio); pinchazo, media, descabello (pitos).
- Sebastián Castella, de azul marino y oro, estocada (dos orejas); media, aviso, cuatro descabellos (saludos).
Castella venía a por todas, como si la temporada no le pesara en este Otoño que reniega del frío. Y si la espada no se alía con el enemigo en el sexto habría paseado el francés tres orejas en este Madrid de fiesta a pesar de que Río le arrebatara las Olimpiadas un día antes. Ni una imagen del toreo llevaron de Madrid a Copenhague en ese tren lleno de ilusiones con vuelta de sueños rotos. Quien sabe si repuestos, Las Ventas se llenó, el «no hay billetes» colgaba de las taquillas abanderando una Fiesta que en este Madrid auténtico late. Y se rompió tras la estela del francés Castella, hermanadas culturas que no se avergüenzan.
Roto a embestir
Era «Ventanero», de Núñez del Cuvillo, un huracán de movilidad entregada, roto a embestir humillado, sobre todo por el pitón izquierdo. Castella se gustó primero por chicuelinas, justo antes de que Curro Molina y Gómez Fernández se desmonteraran tras parear. Vio clara la escena el francés y en el centro del ruedo esperó esa arrancada tan vibrante para encadenar tres pases cambiados por la espalda intercalados con un inspirado pase de las flores. Le presentó Castella la zurda, sin más historias, y cuajó una tanda de naturales extraordinarios ante ese universo de embestida que parecía no terminar nunca. Era plena la entrega. Cambió de mano y tuvo menos rotundidad en lo fundamental. Con los naturales de antes merodeando en la retina, nos dejó Castella un recital de derechazos sin moverse del sitio, que transmitieron una barbaridad. Pero esa barbaridad dejó un vacío de naturales soñados, como hizo en la primera parte de la faena, pero no volvieron nunca jamás. Pena, lo que no se da se pierde. Tras la espada se fue y el delirio resultó colectivo. Y el gran toro mereció mayor reconocimiento.
Estuvo bien con el capote en el sexto e importante con la muleta. El comienzo de faena, por estatuarios al estilo del mejor José Tomás. Tan apretada estaba la cosa que al tercer pase, le movió los pies de la arena y le obligó a rectificar. Pulseó perfecto el engaño y a fuerza de eso ligó y ligó los muletazos en tandas de mérito. El toro era bueno, pero había que dejársela puesta y tirar de él. Se amontonó después y antes de salir del entuerto tiró Sebastián Castella por el arrimón, vía péndulo, y un par de circulares como peajes, que puso la plaza a sus pies. Quizá demasiado pronto para ese lío, pero... La espada cambió el sino, mas la tarde era suya.
Morante apenas dejó algún lance airoso con el segundo y dos chicuelinas monumentales. Estaba el toro descompuesto, violento y sumó el torero la más de los pases tropezados. Menos tiempo perdió con el quinto.
Aparicio estuvo a la defensiva con el primero, que se defendió y ausente con el cuarto. Cuando quiso hacer en el sexto el quite del perdón, le abroncaron, pero la media que dejó tuvo regusto. Nada más. Entre uno y otro, abreviamos, casi récord: una hora y cuarenta minutos.
CARTEL DE HOY
Toros de la ganadería de Victorino Martín para los diestros José Luis Moreno, Diego Urdiales y Sergio Aguilar.