E l vicepresidente tercero del Gobierno, Manuel Chaves, ha cerrado dos acuerdos con el Gobierno catalán, o mejor dicho, con Esquerra Republicana de Catalunya. El primero de dichos acuerdos versa sobre las inspecciones de trabajo, donde parte de las competencias estatales irán a parar al Gobierno autónomo que preside Montilla, socialista para más señas. El segundo trata sobre la red de trenes de cercanías, otra demanda del Gobierno catalán a la que finalmente Zapatero consiente la petición. No hay cosa que no se pida en esa Comunidad que no se cumpla. Ojalá otras comunidades tuvieran tal capacidad. ¿En qué consiste tal poderío? Pues, sencillamente, en que la suma de los diputados del PSC-ERC-IC-EV llega a los treinta diputados, imprescindibles para la gobernabilidad, sacar adelante los presupuestos y quedar de lo más moderno. Pero eso no es gobernar para toda España. Eso es gobernar para una parte de España, la España autárquica, la de los nacionalistas catalanes que logran lo que se proponen por un puñado de votos. Eso sí, con el consentimiento y la complicidad de Zapatero. Hoy Valcárcel le pedirá mucho menos a Blanco, ya veremos cuál es la respuesta del ministro de Fomento, porque la comparativa mata.