Los jueces de la Audiencia Nacional han visto casi todo pero, hasta ayer, nunca a una testigo que se presentase a declarar embutida en un burka. La mujer, citada para testificar en un proceso contra nueve presuntos islamistas acusados de enviar muyahidines a Irak, se negó a descubrir su rostro ante el tribunal, presidido por Javier Gómez Bermúdez, el juez del 11-M.
“Como musulmana, no enseño la cara a un hombre”, se excusó. A la vista de la que se le venía encima, el presidente de la Sala suspendió la sesión y la citó en su despacho, donde le dejó claro que o bien se avenía a declarar a cara descubierta o se exponía a ser procesada por desobediencia.
“Es que son mis creencias”, insistía la testigo, hermana de un terrorista suicida que se inmoló en Irak en enero de 2005. Gómez Bermúdez la insistió: “En un Estado de Derecho, las creencias no se pueden imponer a la ley civil”. Y la mujer, finalmente, entró en razón. “¿Y entonces que tengo que hacer?, preguntó ingenua. “Descubrirse la cara”, le aclararon los magistrados. “¿Por encima de las cejas?”, quiso precisar. Finalmente, la mujer volverá a la Audiencia Nacional para declarar como testigo, esta vez sí, sin esconder su cara al tribunal.
"Viendo su rostro, yo puedo ver si me miente o no, si le sorprende alguna pregunta o no", le había explicado durante el juicio Gómez Bermúdez, que ha dicho que no quería proceder contra ella por desobediencia.