No hay agua.

Los pantanos andan medio secos, la desaladora parada, “por culpa de los técnicos y no de los políticos” y para colmo el cielo se ha vuelto de izquierdas y no llueve.

Estaba oyendo al Presidente en Ceuta Televisión, y a medida que lo oía sentía toda la rabia y la impotencia de la ciudadana de a pie.

No soy experta en agua, ni en pluviómetros, sé que la desaladora convierte el agua de mar en agua dulce a costa de que los motores nos dejen sin luz algunas veces. Sé que el agua se pierde en un sesenta por ciento en Ceuta, también sé que nos prometieron el plan de 24 horas de agua a toda la “dulce,  pequeña y marinera ciudad”.

Por la noche no hay agua, el Presidente dice que baja la presión, en mi casa no sé si baja o no, pero no hay agua. Si abres el grifo sólo encuentras un ruido extraño y sequedad.

Por la mañana viene el agua, pero a hilitos, asi que no puedes poner una lavadora antes de irte a trabajar, y el calentador no puede calentar un hilito, no tiene fuerza, por lo que te duchas con agua fría y a trocitos…

Si tienes suerte por la tarde el agua llena las tuberías y si puedes, que no siempre puedes quedarte esperando la colada, pones la lavadora, todos y todas sabemos que ante un corte de agua el motor de este sufrido electrodoméstico se rompe.

Hace días Yolanda Bel decía que eran averías, no la creí porque era extraño que las averías las sufriera toda Ceuta, el centro es un lugar intocable,  desmintió a su técnico y miró al cielo.

Nos cobran el agua a precio de oro, no el suministro sino su gestión. Su mala gestión.
Y nos callamos, callamos por la memoria histórica de la escasez de siempre y porque nuestro Presidente nos prometió agua a todas horas.

Ahora nos prometen traerla en barco, con una desaladora parada, que no produce agua pero pagamos todos. Nos traerán el agua desde el Norte. El Presidente dice que no notaremos en las facturas el gasto. Pero ese agua no es gratis y la pagaremos todos y todas nuevamente, si no en la factura en cualquier otro impuesto.

La ciudad no va a poder seguir regando las flores del centro ni mantener las topiarias por falta de agua.

Puedo entender los cortes, las restricciones pero no los engaños, la ineptitud y la desidia de unos políticos que no les cuesta trabajo señalar a quienes andan en un nivel inferior y hacerlos culpables de algo que ellos tenían que haber gestionado.