Antonio Gil mostró su sorpresa por la decisión de Martínez, y lamentaba la pérdida del que consideraba un “gran interlocutor” para los sindicatos, ya que siempre era “fácil tratar con él”. Gil recuerda que el ya ex director de Trabajo supo estar siempre por encima de las tensiones entre la Delegación y las centrales sindicales, de tal forma que cuando mantenían una reunión la sensación era que se encontraban “con el Área de Trabajo, pero no con la Delegación”.

En términos similares se expresó el secretario general de CCOO, Juan Luis Aróstegui, que calificó a Martínez de “persona comprometida con los problemas de los trabajadores” y que llevó a cabo su labor “con gran eficacia”. Una “pérdida importante para la Administración”, pero que para Aróstegui no supone ninguna sorpresa, ya que “su forma de actuar es bastante incompatible visto desde fuera con las maneras autoritarias del delegado del Gobierno, que desprecia todo lo que no sea su cargo, diametralmente opuesto con la forma de ser de Javier Martínez”. El futuro en las relaciones con la Administración parece que será más difícil, ya que como recuerda Aróstegui “aquí la única ley que se cumple es la de Murphy, y todo lo que pueda ir a peor irá a peor”.