La ‘I Jornada de diálogo sobre el turismo en Ceuta’ dejó opiniones para todos los gustos, alguna que otra conclusión no demasiado positiva para el sector y un espíritu de esfuerzo colectivo para que la apuesta por la diversificación de la economía local por este sector se haga realidad.

A los esforzados e interesantes trabajos de los alumnos del master de la UGR en la materia, le siguieron varias ponencias de diversas personas que acudían a la cita con la etiqueta colgada de “expertos”. Eran muchos y sus intervenciones estaban pensadas para que concentraran su saber en cinco minutos. Y eso le dio dinamismo al diálogo.

Se abordaron muchos de los aspectos y pilares básicos del sector, entre ellos, como no podía ser de otro modo, el del precio del billete del barco, le tocó al profesor de la Facultad de Humanidades, Gabriel García-Parada, que aportó datos y comparativas novedosas para concluir algo ya sabido, que el precio del billete es excesivo.

García-Parada es miembro del Consejo Económico y Social y partió de la base de que “el precio del billete está concebido por la ciudadanía como caro. Y muchos no tenemos claro cuáles son esas evidencias que nos hacen creer que el precio es caro”, explicó García-Parada.

Así que más allá de la tradicional comparativa con otras líneas, García-Parada hace tiempo que decidió buscar cuál es el coste del billete por kilómetro en otros medios de transporte como el avión, el helicóptero o el tren y aplicar ese coste a la línea Ceuta-Algeciras y ver cuánto costaría el billete de barco si el coste para el usuario fuera el mismo que en esos otros trayectos comparados. Su conclusión no deja lugar a dudas. Si las navieras cobraran el kilómetro al mismo precio que sale el kilómetro a los usuarios del helicóptero Ceuta-Málaga el precio del billete sería exactamente los 35 euros que cobra hoy día las navieras a los no residentes. Esto es, viajar en barco sale exactamente igual que en helicóptero si se atiende al precio por kilómetro.

Más comparativas en dirección opuesta, si una aerolínea cobrar al mismo precio que las navieras un trayecto entre Málaga y Madrid saldría por 600 euros. Si las navieras aplicaran al billete el precio por kilómetro del TALGO entre Algeciras y Madrid, el billete costaría 3 euros. Conclusión: “la concepción que tenemos de que es caro, es real”.

Pero García-Parada, de lo más interesante que se puedo escuchar, no se quedó en la comparativa y fue un poco más lejos. Habrá leído y escuchado más veces que El Estrecho y la línea marítima que une Ceuta con Algeciras es la principal autopista con la que cuenta Ceuta, pues bien, García-Parada se lo ha tomado al pie de la letra y lo ha trasladado a la inversión pública. Después de estudiar el coste del kilómetro de autovía en unos cuántos proyectos a lo largo y ancho del mapa nacional, ha llegado a una conclusión escalofriante: “Con el precio que se invierte en un kilómetro de autovía nos daría para comprar 3 barcos”. Y no de los malos, como el Pacífica.

Turismo marroquí

Otro de los lugares comunes del sector también se puso sobre la mesa, hay que mirar al turista marroquí. El director del Parador Hotel La Muralla, Pedro Fernández, puso sobre la mesa datos concretos de su importancia. En su hotel los turistas marroquíes, que “vienen buscando lo que no encuentran en su país” representaron en 2010 el 40 por ciento de la ocupación y en 2011 el 56 por ciento.

El secretario general de UGT, Antonio Gil insistió en esa idea, como dijo lleva haciendo años y más crítico fue el máximo responsable de Comisiones Obreras, Juan Luis Aróstegui, que dejó en el aire una pregunta: “¿Es compatible halar de la imagen de Ceuta y mantener el Tarajal como está?”.

Aróstegui también fue crítico con ese flujo de turistas marroquíes que acuden a Ceuta a comprar en el comercio, sobre todo en las franquicias que no encuentran en su país. “Tienen las horas contadas. En diez años se termina”, aseguró Arostegui, que encontró eco y apoyo en ese vaticinio en el editor de El Faro, Rafael Montero, y en su hijo, el presidente de la Confederación de Empresarios, también Rafael Montero.

Y es que Aróstegui fue crítico con la apuesta turística que está llevando a cabo la Ciudad, y a pesar de que su tema era el convenio de comercio y la apertura de los fines de semana, aprovechó para pedir que “se realice una reflexión” para preguntarse a fondo por qué después de 25 años el turismo sigue siendo la eterna promesa y no una realidad y si este sector puede hacer de locomotora de la economía local.

“¿Es congruente Ceuta, que paralelamente construye un penal de 250.000 metros cuadrados y mantiene una frontera hecha un asco, con una ciudad turística? ¿Pensamos las cosas que hacemos? Todo el mundo dice siempre desde hace años que Ceuta tiene potencial turístico. Después de 25 años intentándolo y fracasando creo que es necesario que alguien realice un diagnóstico realista”, reflexionó Aróstegui.

El líder de Comisiones Obreras al igual que otros de los expertos redundó en la necesidad de que la población se conciencie de esa oferta turística, algo para Aróstegui, difícil en una población funcionarial que cobra igual a fin de mes, “vengan los que vengan”.

Aunque su visión algo negativa fue transformada en oportunidad por algún otro ponente, así por ejemplo el presidente de la patronal, Rafael Montero, ve una oportunidad en la cárcel, ya que según él, vendrán a Ceuta familiares de los presos que tendrán necesidades que cubrir y habrá que ofrecerles posibilidades.

Peticiones a la Ciudad

Como un goteo, cada uno de los ponentes fue poniendo encima de la mesa algunas peticiones al Gobierno local para tratar de mejorar el sector. Así, Rafael Montero Palacios pidió que al igual que se tiene un departamento dedicado al Premio Convivencia, la administración local cree un equipo que se dedique a acudir a las grandes empresas para ofrecer Ceuta como destino para la realización de sus congresos, un tipo de turismo muy rentable. La responsable de la agencia Viajes Fortur, Coral García solicitó la creación de un “observatorio turístico, para evitar que sigamos dando palos al aire. Hace falta definir más el tipo de destino que queremos ser”. Antonio Gil le recordó a la Administración que ha ido dejando en el olvido muchas iniciativas sin que se sepa más de ellas y redundó en la idea de que hace falta más debate entre más agentes sociales para aclarar el futuro del sector y las iniciativas públicas necesarias. Así como apostar por la calidad de los servicios. “A mí me ha llovido dentro de un taxi”, apuntó Gil, para evidenciar la falta de control de la Administración en este aspecto.

Lo que parece claro es que después de 25 años aún queda mucho por hacer.