El Salón del Trono ha sido un año más el escenario del acto de entrega del Premio María de Eza a Carmen Figuerola (Ceuta, 1931), la mujer que rompió el techo de cristal en una época en la que era impensable. Un acto que el presidente de la Ciudad, Juan Vivas, ha reivindicado cono “el compromiso de la Institución y de todos en todos los ámbitos” para erradicar la desigualdad, la brecha salarial y la lacra de la violencia machista. “Es un compromiso vinculado a los pilares y fundamentos de nuestra convivencia democrática”, ha subrayado.

“Muchas mujeres anónimas se merecen este premio tanto como yo”, ha reconocido Carmen Figuerola, agradeciendo el poso que le dejó la educación de unos padres progresistas que hicieron de ella una mujer avanzada a su tiempo, pionera y emprendedora, capaz de ser la primera mujer en alcanzar un puesto directivo en una empresa de Ceuta en un sector, el de los transportes, dominado por los hombres.

Carmen Figuerola, Carmela para sus amigos, es el ejemplo de que se puede alcanzar el reto que se quiera sea hombre o mujer quien lo intente. Pero, matiza, la independencia ha de ser un derecho irrenunciable, ha reivindicado Figuerola con el María de Eza en la mano. “Las mujeres deben trabajar y deben prepararse desde jóvenes, cualquier mujer puede llegar adonde quiera si se lo propone y desde chica empieza a abrirse camino””, aconseja. “Casarse para que te mantengan es el peor error”, avisa. Y como faro está su ejemplo, ha recordado Vivas: “Era una época en la que la mujer estaba destinada a eso que se llamaba 'sus labores' y en una realidad en la que Carmela plantó cara y rompió moldes, en la que fue una inconformista y una rebelde con causa, muy noble, como una de las primeras en titulares en Bachillerato Superior, en obtener el carné de conducir, en ocupar un puesto directivo en una empresa acreditada como 'Agencia Partida”.