Puede que el que no sea de Ceuta no lo entienda; puede que aquel que venga de fuera no sepa que, aquí, no solo conviven cuatro culturas, sino que estas también convergen y comparten costumbres de tanto en tanto. La lista es extensa: Navidad, Semana Santa, Ganesh Chaturthi, Janucá... Desde hace años, el Ramadán es, por su solo peso y por su profundo simbolismo, otra de esas tradiciones que hacen que la comunión entre ceutíes sea la que es.
Lo que también es tradición desde hace otro buen puñado de años es compartir mesa para romper el ayuno en comunidad. Sucede desde hace más de un cuarto de siglo; es algo que está ya más que arraigado en el imaginario caballa. A pesar de que lo del pasado curso fue una excepción por la gran cantidad de actos que se organizaron, la base era la misma de siempre: esa innegociable convivencia que nos hace ser lo que somos.
A falta de que la Federación de Vecinos lleve a cabo el suyo (cosa ya improbable por lo precipitado de su organización), la Ciudad ha puesto este 8 de abril el broche de oro al mes sagrado de los musulmanes con su acostumbrado iftar institucional. Lo ha hecho como marcan los cánones: con un gran banquete atravesado por la cercanía y el júbilo.
El escenario elegido por el Gobierno que preside Juan Vivas para celebrar la proximidad del Eid al Fitr ha sido la Estación del Ferrocarril. A media tarde, todo allí estaba más que dispuesto para festejar: mesas, sillas, vasos, platos, cubiertos... Y lo más importante de todo: la comida. Había para toda clase de paladares: tortilla de patatas, dátiles, shebaquía, harira...
Dentro del recinto, la estampa sorprendía: no había escritorios (tampoco locomotoras); su lugar lo ocupaban grandes mesas redondas perfectamente engalanadas para la ocasión; no faltaba un solo detalle. Llegadas las ocho en punto, arribaban los invitados más puntuales y, con ello, se formaban los primeros corrillos: rostros tan de sobra conocidos como Juan Vivas, Alejandro Ramírez, Fatima Hamed y Marcos Llago intercambiaban impresiones a las puertas de la Estación.
Según datos oficiales, han concurrido a la cita "en torno a 150 personas de todas las comunidades religiosas". Cristianos, musulmanes, hindúes y judíos (también ateos) han compartido espacio durante algo más de dos horas en el marco de un incomparable encuentro que tenía por objetivo "poner en valor la convivencia de Ceuta y la sociedad multicultural como una de sus señas de identidad más apreciadas".
Ciertamente, no había ningún estamento que no estuviese representado. Lo primero que entraba por el ojo eran los políticos, pero estos no han sido los únicos en hacer de huéspedes para la Fundación Premio Convivencia: entidades de la talla de la Policía Nacional, la Policía local, la Autoridad Portuaria y Al Idrissi han tomado parte en la ceremonia por mediación de sus principales cabezas visibles. Solo ha habido dos ausencia: Ceuta Ya! Y VOX.