ACTIVISMO

Se agarraron la mano huyendo de la Policía en el 76, acabaron casados y ahora vienen cada año a la Marcha por la Dignidad

Se agarraron la mano huyendo de la Policía en el 76, acabaron casados y ahora vienen cada año a la Marcha por la Dignidad
Miguel García y Carmen Caballos, en el Tarajal.
Miguel García y Carmen Caballos, en el Tarajal.
Carmen Caballos y Paco García llevan casi cincuenta años unidos en activismo y matrimonio, tras aquella manifestación en Granada en la que sus caminos se cruzaron

Cuando falta poco más de una hora para que la XI Marcha por la Dignidad llegue al Tarajal, una veterana pareja se sienta en la terraza del chiringuito playero. Se miran y hablan. Toman un té. Esperan a que lleguen los manifestantes para sumarse. Él es sevillano y se llama Miguel García, ella, granadina, de nombre Carmen Caballos. Los dos son activistas por definición -regresan cada año a Ceuta para la manifestación- y fue precisamente su posición beligerante ante la injusticia lo que les unió, cuando un día de 1976 (un año después de la muerte de Franco), sin conocerse, se cogieron de la mano para huir de la policía en la capital nazarí.

"Estábamos en una concentración en Granada y la Policía estaba arreándole fuerte, de hecho a un médico lo dejaron sordo", recuerda la mujer, que, en plena huida se encontró agarrada de la mano de un desconocido. Juntos disimularon "mirando escaparates" y consiguieron salir indemnes.

Aquel primer roce prendió la chispa de una historia de amor. "Al poco tiempo quedamos para ir juntos al homenaje que se hizo a García Lorca en Fuentevaqueros", un cinco de mayo a las cinco de la tarde.

Han pasado casi cincuenta años y la fortuita pareja sigue unida. Tras la jubilación, su día a día gira en dos esferas, la cotidiana y el activismo que han mantenido durante todos este tiempo. García , que es el que cocina en casa, le prepara de vez en cuando a Caballos su plato favorito, "un potaje de garbanzos con espinacas y calabaza". Cuando lo prueba, se pregunta "¿qué le echará para que esté tan bueno?" y se siente en casa.

También leen, van al cine, a tomar "alguna cerveza" con los amigos, a conciertos o a pasar tiempo con sus nietos, lo que compaginan con una larga trayectoria en pos de la justicia social. "Yo no hecho nada para merecer lo que tengo. Donde he nacido, poder haber estudiado y tener un buen trabajo. Siento que debo devolver al mundo parte de esto", reflexiona Caballos.

Juntos se enrolaron en su juventud en la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía, haciéndose cargo de la delegación de Acoge en Granada.

También se implicaron en asuntos internacionales, como el conflicto de los Balcanes, intentando tender puentes entre las comunidades musulmana y cristiana. "En uno de aquellos viajes no acabamos detenidos de milagro. Íbamos por una carreterita y topamos con un puesto fronterizo que parecía ridículo, era como una casetilla. Bajamos a hacer una foto y nos salieron los militares con las bayonetas", recuerdan ahora aliviados, al quedar la cosa en un susto.

Miguel García y Carmen Caballos, en el Tarajal.
Miguel García y Carmen Caballos, en el Tarajal.

No es la única situación peliaguda que han vivido fuera de dominios españoles. Cuando iban a Marruecos para tomar parte en una marcha desde Tánger hasta la frontera de Melilla, fueron retenidos en el barco por los agentes del Reino Alauita y permanecieron tres horas allí atrapados: "Me debieron de ver cara de malo", dice García, al que impedían descender del buque, decidiendo el resto de personas que formaban parte de la expedición, plantarse y permanecer en el ferry. "Cuando al final llegamos al hotel, la policía nos estaba esperando allí. Sabían a lo que íbamos", rememora.

Ahora su vida es algo más tranquila. Alejados ya de la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía, integran un equipo de "unas cuarenta personas" en una plataforma ciudadana "sin papeles" -"no tenemos ni NIE, ni nada"- llamada Amani, con la que el año pasado encontraron trabajo "a 150 inmigrantes". "Vamos a las cooperativas de la fresa, las investigamos y buscamos cuales cumplen el convenio y dan un hospedaje digno", abunda Caballos, que antaño fue funcionaria, sobre su labor, que ejecuta "durante las mañanas".

García, por su parte, se encarga de asesorar a los inmigrantes, incluyendo no solo el alta en la seguridad social, sino la compra de los billetes o explicaciones sobre las nóminas y sus retenciones. "Se lo explico como a mis hijos. Son cuestiones prácticas para que no los engañen y si los engañan que puedan reclamar", abunda el hombre.

A Ceuta siguen regresando todos los años por la Marcha por la Dignidad, aunque también han visitado la ciudad para alguna reunión de coordinación. "Una vez me escapé, me monté en un taxi y le dije que me llevara a ver el Príncipe. Me preguntó que que pintaba yo allí. Cada uno tiene sus curiosidades y lo que me dijo es que no me bajara del coche", relata Caballos, que observa unas "enormes desigualdades" entre el centro y la citada barriada.

Como García no puede caminar largas distancias, debido a un problema de circulación, aguardan ambos sentados en la terraza del chiringuito, contando su historia. Cuando acaban el té y el repaso ha concluido, se levantan, se cogen de la mano, como aquella vez en Granada en 1976 y emprenden camino hacia la playa para el homenaje a los fallecidos el 6 de febrero de 2014.

Se agarraron la mano huyendo de la Policía en el 76, acabaron casados y ahora vienen cada año a la Marcha por la Dignidad


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