Se preveía en (plaza) Maestranza, nombre que alienta a gran faena, fue al final desde (plaza) Azcárate. Allí sonó Manolo Escobar, el típico “Que viva España”. Pero los Reyes que pasaron por el centro de Ceuta no tienen patria, si la tienen está lejos y siempre salen por la puerta grande, porque generan tal dosis de ilusión que vale para un año.

Que se lo digan a Jorge Molina que lleva esperando por un 'Lego' desde que pidió “demasiadas cosas” por su cumpleaños, allá en mayo.

Él esperaba ansioso junto a su familia frente al CEIP Lope de Vega bastante tiempo antes de que se iniciará la cabalgata de sus majestades de Oriente. También lo hacía Laura Prado, cuya principal ambición al despertar era “una 'Barbie Aitana' (juguete de moda por la cantante que fue a Operación Triunfo)”.

Las caras eran de ilusión, como las que hace tiempo ningún monarca genera. Tenían que ser los magos, Melchor, Gaspar y Baltasar (con cara pintada manteniendo la tradición), que no fallan a su cita con el seis de enero, los que que sacaran la alegría por la corona.

Artísticamente el desfile fue un acierto, especialmente los bailes luminosos entre carrozas. Pusieron un contrapunto bello a la exhibición de naturaleza humana que se daba al paso de los magos.

El paso de sus carrozas era una reafirmación de lo que Plauto planteó bastante antes de cristo, en versión mini: “El niño es un lobo para el niño”. La batalla por los caramelos que nunca llaman la atención en la tienda de chucherías se encarnizó con pisotones y algún empujón. También había quien tiraba de paraguas al revés, dando uso a un instrumento poco rentable en Ceuta.

Felicidad, emoción y todos los clásicos, sus adjetivos y adverbios, terminaron en la Plaza de Africa. Los niños que siguieron la tradición se fueron a dormir pronto, muchos insomnes esperando el amanecer. Los reyes son los Reyes. Pero los de Oriente.