Una basura de reciclaje


Una basura de reciclaje
Decía el presidente Juan, que cuando Ceuta se endeuda con los bancos el doble de la media nacional por habitante, es porque la Ciudad Autónoma tiene un impuesto especial cuya magia permite mayor capacidad de recaudación y, por tanto, de gasto. Y puede que tenga razón. Lo que pasa es que una vez el dinero se recauda, hay que pensar en qué se gasta uno los euros para el mejor desarrollo de la felicidad ciudadana.

Es muy probable que, inmersos en el mundo hedonista que nos rodea, el planeta nos importe un pimiento. Algunos llegamos a esta ciudad con costumbres adquiridas en esto del reciclaje. Separábamos plásticos y envases del resto de la basura, guardábamos en una bolsa aparte las botellas de vidrio y el papel iba derechito al contenedor azul. La sorpresa de encontrar un único contenedor amarillo en una empresa privada era sólo el principio. Ahora, en el centro de la ciudad, nadie tiene las narices de hallar uno de esos chirimbolos de color verde que sirven para echar las botellas. Esos que llevan décadas en las calles del mundo y que aquí han desaparecido.

Durante buena parte del 2008, nos han engañado al asegurar que este año íbamos a tener contenedores amarillos para poder sentirnos ciudadanos un poquito más solidarios con la naturaleza. Pero no va a ser así, porque no se ha previsto en los presupuestos. La jefa del Medio Ambiente ceutí -por llamarlo de alguna forma- dice que habrá contenedores si alguien se los regala. Nada extraño siguiendo la costumbre del "pon el dinero tú, que ya me lo gasto yo, lo inauguro yo, y la foto me la hacen a mí". Algo que por aquí se estila mucho.

No entiendo entonces para que nos endeudamos tanto, si luego no somos capaces de ofrecer servicios públicos que, en otras ciudades incluso más pequeñas y sin impuestos mágicos, llevan años prestándose. Y no es sólo eso. También está por desvelar el misterio de coger un autobús y llegar al lugar deseado. Aunque ese es otro asunto.

El caso es que uno se llena la boca cuando habla de trabajar por el futuro de una sociedad, de invertir bien el dinero de todos para que su vida sea cuanto más feliz mejor. Lo cierto es que es más fácil camelarse a las masas con ese colíseo romano del siglo XXI que es el Estadio Alfonso Murube por importe de casi dos millones de euros en lugar de poner contenedores para reciclar. Eso o amenazar con organizar una corrida de toros en verano. Es también proporcionar a las masas una satisfacción tan efímera que no permita pensar más allá del día de mañana. En un diccionario se llama populismo. Su perjuicio social, a la larga, está documentadamente probado. Por eso el reciclaje de esta ciudad es lo que es. Una auténtica basura. "Porque otros ya tendrán que ocuparse de eso dentro de unos años. Ese ya no será mi problema".

Decía el presidente Juan, que cuando Ceuta se endeuda con los bancos el doble de la media nacional por habitante, es porque la Ciudad Autónoma tiene un impuesto especial cuya magia permite mayor capacidad de recaudación y, por tanto, de gasto. Y puede que tenga razón. Lo que pasa es que una vez el dinero se recauda, hay que pensar en qué se gasta uno los euros para el mejor desarrollo de la felicidad ciudadana.

Es muy probable que, inmersos en el mundo hedonista que nos rodea, el planeta nos importe un pimiento. Algunos llegamos a esta ciudad con costumbres adquiridas en esto del reciclaje. Separábamos plásticos y envases del resto de la basura, guardábamos en una bolsa aparte las botellas de vidrio y el papel iba derechito al contenedor azul. La sorpresa de encontrar un único contenedor amarillo en una empresa privada era sólo el principio. Ahora, en el centro de la ciudad, nadie tiene las narices de hallar uno de esos chirimbolos de color verde que sirven para echar las botellas. Esos que llevan décadas en las calles del mundo y que aquí han desaparecido.

Durante buena parte del 2008, nos han engañado al asegurar que este año íbamos a tener contenedores amarillos para poder sentirnos ciudadanos un poquito más solidarios con la naturaleza. Pero no va a ser así, porque no se ha previsto en los presupuestos. La jefa del Medio Ambiente ceutí -por llamarlo de alguna forma- dice que habrá contenedores si alguien se los regala. Nada extraño siguiendo la costumbre del "pon el dinero tú, que ya me lo gasto yo, lo inauguro yo, y la foto me la hacen a mí". Algo que por aquí se estila mucho.

No entiendo entonces para que nos endeudamos tanto, si luego no somos capaces de ofrecer servicios públicos que, en otras ciudades incluso más pequeñas y sin impuestos mágicos, llevan años prestándose. Y no es sólo eso. También está por desvelar el misterio de coger un autobús y llegar al lugar deseado. Aunque ese es otro asunto.

El caso es que uno se llena la boca cuando habla de trabajar por el futuro de una sociedad, de invertir bien el dinero de todos para que su vida sea cuanto más feliz mejor. Lo cierto es que es más fácil camelarse a las masas con ese colíseo romano del siglo XXI que es el Estadio Alfonso Murube por importe de casi dos millones de euros en lugar de poner contenedores para reciclar. Eso o amenazar con organizar una corrida de toros en verano. Es también proporcionar a las masas una satisfacción tan efímera que no permita pensar más allá del día de mañana. En un diccionario se llama populismo. Su perjuicio social, a la larga, está documentadamente probado. Por eso el reciclaje de esta ciudad es lo que es. Una auténtica basura. "Porque otros ya tendrán que ocuparse de eso dentro de unos años. Ese ya no será mi problema".

Posted originally: 2009-04-27 20:18:00

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