En el
último minuto y de penalti rigurosamente decretado, un grupo de chavales de la cantera del Celta, inquietos, con toda la ilusión del mundo y el descaro por bandera, eliminaron a todo un Villarreal, que pagó cara su falta de actitud en 180 minutos, su conformismo y dejadez, con escaso fútbol, sin apenas llegadas y oportunidades. En el último suspiro se adentró Botelho en el área de Diego López y se dejó derribar por un Ángel inexplicablemente fogoso. Trashorras marcó la pena máxima que deja fuera a uno de los aspirantes.