El peligro de jugar con la ansiedad del rival es que se puede acabar tirando a la basura medio partido dejando pasar el tiempo. Algo parecido pasó ayer en La Romareda. El nerviosismo del Zaragoza y el conservadurismo del Deportivo dejaron una primera parte para el olvido. El equipo de Gay intentaba morder. Cada vez que un jugador coruñés recibía el balón de espaldas, le caía un recadito de esos que el tobillo siente y el ojo no ve. El Deportivo se conformaba con esperar y cuando quiso buscar el partido, ya era demasiado tarde.
Posted originally: 2010-01-04 07:00:00