Las familias se ahogan. Los apuros económicos que sufren por la crisis han debilitado también su papel de protección. Ya no pueden acoger y arropar a los suyos que se quedan sin trabajo. Mientras en otras debacles económicas, como la de 1993, las familias fueron clave para soportar unas tasas de paro del 20 por ciento de la población, hoy día no disponen de recursos para desempeñar esa importante labor.
Y este cambio ha ocurrido por un fenómeno que no se había dado en otras malas coyunturas económicas. Antes, el desempleo incidía sobre todo en los hijos de las personas que eran las sustentado...