La revuelta siria logró ayer su primer trofeo: el Gobierno en pleno presentó su dimisión ante el presidente Bachar el Asad. La caída del Gabinete formó parte de un plan destinado a calmar el malestar social y a demostrar que El Asad tenía la situación bajo control. Cientos de miles de ciudadanos se manifestaron en Damasco y otras ciudades en apoyo al presidente, que hoy tenía previsto comparecer ante el Parlamento para anunciar reformas y posiblemente el levantamiento del estado de excepción, vigente desde 1963.