Por diciembre me quejaba de que el castellano se estaba quedando relegada a una lengua literaria y que no luchaba por hacer una parcela, aunque fuese limitada, como lengua científica. Mantenía, y sigo manteniendo, que la Literatura había todo el panorama de nuestro idioma y que parecía que solamente los autores literarios tenían algo que aportar al castellano.

Por diciembre me quejaba de que el castellano se estaba quedando relegada a una lengua literaria y que no luchaba por hacer una parcela, aunque fuese limitada, como lengua científica. Mantenía, y sigo manteniendo, que la Literatura había todo el panorama de nuestro idioma y que parecía que solamente los autores literarios tenían algo que aportar al castellano.

Pero esto no sólo pasa en el ámbito de la Lengua, sino otros muchos más. En España la “intelectualidad” (si es que eso existe como grupo social) que sale en los medios de comunicación es principalmente la literaria y la artística. Los científicos siguen relegados a sus rincones.

Ni siquiera para hablar de temas de su especialidad se suele recurrir a científicos, ya que normalmente se tiene el prejuicio de que van a ser aburridísimos. Se prefiere al clásico “lo que sea” que hoy te habla de ingeniería nuclear y mañana de arqueología mesopotámica con una autoridad tremenda, sin dudas (que sí tienen los científicos).

Reivindicar a los científicos y a la función social (y deber) que tienen de informar a los ciudadanos no es un ejercicio de elitismo, más bien es todo lo contrario, es pedir que los profesionales de algo sean los que den la información de primera mano y, si no saben comunicar, siempre un profesional de la comunicación les puede enseñar.