Las dos máximas autoridades de Estados Unidos en Afganistán, en el plano militar y en el diplomático, han aparcado sus diferencias para comparecer ante el Congreso estadounidense y respaldar al unísono la nueva estrategia del presidente Barack Obama en el país asiático, que pasa por enviar 30.000 soldados adicionales para doblegar la resistencia de los talibanes y preparar a las autoridades afganas para que asuman el control de su propia seguridad.