Una enorme cortina sirve de pantalla de cine. Hombreras, pelos cardados, juventud, trapos y peinados imposibles, laca, sonrisas y mucho buen rollo se proyectan sobre esa tela en el Palacio de Vistalegre. La lona cae con ese dramatismo más visto que el tebeo y aparecen cinco señores que rozan los 50 años y se llaman Spandau Ballet. Aunque bien podrían haberse rebautizado como la máquina del tiempo.