Eran tiempos todavía muy difíciles, oscuros y sombríos. Al régimen de Franco le quedaban tres años de vida, casi unas horas tras cuatro décadas de tinieblas. Pero como un toro malherido aún repartía a diestra y siniestra (sobre todo a siniestra) rabiosas cornadas, derrotas enloquecidas que podían llevar a Carabanchel, a la Modelo, ante el temible TOP, el Tribunal de Orden Público.
Herido pero astifino, el morlaco franquista decretaba el silencio, y a la vuelta de cualquier esquina podían aparecer los sociales, y uno, con cara de bueno, con el carné en la boca. Corría el año 1972, por ejemplo,...