La tranquilidad se apoderó ayer de Lezama. Al regreso de Madeira, Joaquín Caparrós suspiró cuando los médicos del Athletic le dijeron que la lesión de Fernando Llorente no era para preocuparse, y a esta noticia positiva para el futuro de un equipo dependiente del delantero internacional se unió la creencia generalizada de que la continuidad en Europa estaba asegurada.