Estoy cansada. He aceptado un trabajo de verano para mejorar un poco mi maltrecha economía en estos tiempos de crisis. Es un trabajo de turnos, sin fines de semana ni festivos. Los días se sucedes de dos en dos y se descansa uno. Está bien, si no fuera por el horario extraño que me hace salir de madrugada y volver de madrugada muchas veces, si no fuera porque mantengo otro trabajo que me ocupa las mañanas o las tardes de lunes a viernes, y luego está mi casa, y la otra casa, la de mis padres mayores . Si no fuera porque ya no tengo veinte años.
Estoy contenta porque me han llamado en una época en la que no hay trabajo, y me aceptaron en cuanto me vieron, no hubo selección ni esperas, fue inmediato como todo lo que de pronto te cambia la vida. No sé si dije que si o que no sabía. Sé que me vi a la una de la noche en un puerto reconciliándome con un pasado y enamorada nuevamente del levante cuando se posa en el mar
Tengo compañeros marineros que me traen churros al amanecer con el café caliente, y té con yerbabuena cuando el sol se pone con dulces de milhojas, pescadores con pescado recién sacado del mar que me regalan limpio y sin espinas, buena gente, que trabaja todos los días para llevar el pan y la alegría a sus casas. Me río con ellos, me divierten sus historias de amarres, de dársenas, de veleros extraños y de pesadas motos acuáticas Vuelvo a descubrir otra realidad que me resulta nueva y cómoda.
Estoy cansada, creo que en este fin de semana sólo he dormido cinco horas, me duelen los pies.
Bajo la ventana de mi dormitorio un grupo de vecinos celebran la llegada del verano con música cubana, pinchitos morunos, risas, cervezas, mojitos y alguna que otra rumba antiquísiíma de Los Chichos . Me han invitado.
Por una vez me apetece ser espectadora.
Estoy cansada. Pero no hasta el punto de no contarlo a los que me leéis.
Posted originally: 2010-07-19 00:00:14