Ni las alusiones al desmedido crecimiento recaudador del Ayuntamiento de Ramírez, ni la queja ante la dejadez del Príncipe de Alí, que se destapó también con un tardío y fuera de juego espíritu autonomista. Lo único que quedará en los libros y hemerotecas será el apoyo sin fisuras a los números de Vivas y Márquez.
El presidente en su escaño se frotaba las manos. Lo había conseguido, tras años de búsqueda por fin disfrutaba del voto único, de la unanimidad, de la ecuación de la Anti-Vida.Mientras desde su elevada posición Vivas comprobaba como su proyecto alcabanza la gloria, en la arena Alí y Ramírez se enfagaban de nuevo en una lucha que satisface, y mucho, al Gobierno. De nuevo los reproches, las acusaciones. Los socialistas recordaban que ellos votaban que sí a cambio de nada, Alí hablaba de "veladas acusaciones" y defendía que no se han vendido, sino que trabajan por el bien común de los ceutíes, y en especial de los más necesitados.
Mientras, Márquez, impoluto, desgranaba las frases ya conocidas. Gasto social. Contención. Medidas anticíclicas. El mejor presupuesto posible. Poco importa ya el desmedido tamaño del Capítulo I, del coste de la limpieza, de loas más de 7 millones para pagar los salarios de Obimace. Ya nadie se queja, ni protesta. La Asamble afronta unida 2009, el año de la crisis. Qué pasará con Ceuta, esa es otra historia.