Lo cierto es que no quería escribir este artículo, no entendía necesaria otra aportación desde esta tierra caballa tan lejana de Oriente Medio sobre el conflicto palestino-israelí, pero ante el bloque progre en el que se ha convertido la sección de opinón de este medio, me veo obligado a salir de la cueva, vaya a ser que alguno de nuestros lectores se crea que nos hemos convertido en el panfleto informativo, perdón, en 'Público'.

Conflicto palestino-israelí, ofensiva militar sobre Gaza. Complicada cuestión. Quiero comenzar con mi postura oficial al respecto, es un problema tan complicado, tan intrincado y de peliagudos orígenes que me parece que opinar desde aquí, a miles de kilómetros de distancia, es un acto de la más reprobable y asquerosa demagogia por parte de todos.

Ahora bien, perdónenme que me meta de cabeza en la pila de estiércol que acabo de criticar, y eleve una voz discordante a la que parece que es la única aceptada por estos lares. Asesinos, fascistas, terroristas de estado, genocidas... los más lindos y cariñosos epítetos se llevan dedicando en bloque por parte de la prensa progre de este país a Israel desde hace una semana. Insultos y ataques constantes, que aunque si es cierto que al menos ya en los últimos tiempos van acompañados de una muy tímida reprimenda a Hamás, se ceban sin remisión en las autoridades israelíes. No niego que la respuesta israelí a los bombardeos sobre su población civil (recordemos, que parece que aquí Israel está atacando Gaza porque su Ejército se aburría y no tenía nada mejor que hacer) haya sido desmedida, es posible. No niego que en muchas ocasiones Israel no haya tenido la suficiente inclinación al diálogo con Palestina, que es posible. Pero tampoco se puede colocar a Israel directamente en el cadalso como un país violento dispuesto a aniquilar al pobre vecino musulmán.

Y es que hay que recordar que  nada más fijarse los primeros cimientos del estado moderno de Israel, prácticamente todos sus vecinos a una clamaron no por una actitud opuesta, sino por su eliminación de la faz del planeta. Todos sabemos ya en lo que derivó, conflictos constantes, operaciones bélicas y ocupación israelí de varias zonas de su alrededor. Sin embargo, han pasado los años, e Israel ha llegado a acuerdos de paz con algunos países de su entorno, como Egipto y Jordania, a la vez que se retiraba de territorios conquistados en guerras contra vecinos, que hay que recordar no tardaron ni un día en declarar el conflicto armado. En esta situación, llegamos a una Gaza en la que gobierna la evolución de un grupo terrorista, Hamás, que continúa martilleando a la población israelí con asaltos, atentados y lanzamientos de misiles. Israel responde, con la justificación mayor que existe, la defensa de la población. Y es aquí cuando salta el problema, y es que toda la pléyade de progres sigue sin comprender la guerra, el conflicto bélico, como una obligación por parte de los gobiernos para defender a los habitantes de sus países. La guerra es horrible, cierto, la muerte de personas inocentes y civiles execrable, no cabe la menor duda, pero mientras el hombre sea hombre, por desgracia seguirán existiendo, a no ser que la democracia termine por asentarse sin excepción y de forma permanente en todo el globo. Ante esta incapacidad manifiesta de entender los motivos de la decisión de un país de recurrir a las armas, el bloque progre no duda de nuevo  en enarbolar la bandera del 'buenismo', la paz y la concordia, olvidando que efectivamente está muy bien evitar la confrontación, pero que esa misma postura, la de la distensión ante el mal, llevo al mundo a la más cruenta de las experiencias que ha vivido, como fue la II Guerra Mundial.

Añadan a la receta el antisemitismo genético de gran parte de la población mundial, a la querencia a cualquier grupo terrorista provenga de donde provenga siempre que ataque el régimen democrático liberal, así como el amor, nacido también del odio al mundo libre occidental, ante cualquier grupo integrista islámico, y nos encontramos con el suculento caldo que tenemos que sufrir desde hace días.

Para terminar, un simple ejemplo. En Ceuta contamos con un vecino 'pesado', pero sin más. Protesta de vez en cuando, fastidia si puede, pero poco más. A pesar de todo, una gran parte de la población ceutí profesa el más profundo e irracional odio a Marruecos. Imaginemos por un instante que el país vecino decidiese que Ceuta y lo que representa debiera ser aniquilada. Intenten visualizar un panorama con atentados constantes, muertos por doquier, y la imposiblidad de llevar una vida normal, ante el temor de que cualquier paso pudiera ser el último. Les aseguro que no tardaríamos ni tres días en ver a varios conciudadanos increpando a nuestro Ejército para que cuanto antes inciase la ofensiva, si alguien directamente no se va hasta la frontera con un lanzamisiles y comienza a sembrar la justicia por su cuenta. Panorama en el que por ciento no sé cómo actuarían los cerca de mil ceutíes que se congregaron el pasado viernes convocados por la UCIDCE y un cada vez más desconcertante Mohamed Alí. Tras comprobar cómo se actuó y lo que allí se dijo, dudo mucho que eligiesen subirse al plato de Ceuta en la balanza.

Y esto es todo. Ya puede comenzar la tormenta de insultos. De antemano, muchas gracias. Yo también os quiero.