"Todo es mentira", Zarvi, decía mi madre. No, no voy a hablar del vergonzoso acuerdo de los dos de siempre (Psoe-PP), para poner a jueces afines en puestos de poder, ¿para qué? Me indigna, pero forma parte de la gran mentira que vivimos: nos creemos que existe la igualdad, la justicia... ingenuos. Jueces recusados por ser amiguetes de políticos, pero no pasa nada, ahí que van: jueces del Tribunal Constitucional. Y tienen la poca vergüenza de decir los políticos que "se está andando hacia la independiente judicial', claro, es evidente. La vida sigue igual, decía Julio Iglesias. Nos siguen tratando como tontos, seguramente lo que somos.

Debería y podría hablar sobre algo que sí que me parece increíble, pero mi océano de ignorancia sobre el asunto me lo impide: la Universidad de Elche ha hecho posible, no tengo ni idea cómo, que personas ciegas vuelvan a ver, eso sí, con fecha de caducidad, pero lo han hecho; estas personas sí que son héroes. ¿Cuánto dejamos de invertir en investigación y lo dedicamos a asuntos menores...?

Del Emérito, sus chanchullos, su protección estatal, sus ansias fogosas y desmesuradas de "vivir" la noche..., que dicho de paso me dan igual, otro día si eso...Eso sí, la pasta de todos que se ha utilizado, Bárbara Rey mediante, para pagar chantajes ya me da menos igual.

No, tampoco voy a hablar sobre la suerte o la desgracia de nacer en un sitio o en otro. Pensaba en los perros de la protectora de animales. Frío, poco cariño, solos, lluvia; y pensaba en mi perro: calor, amor, siempre conmigo. Qué injusta la vida, ¿No? Qué diferente nacer en Senegal o en laZarzuela y poder vivir del cuento toda la vida.

No, hoy quería hablar de un tema mucho más mundano. Empecé a ver una serie llamada "El dilema". Protagonizada por René Zelweger, viene a ser algo así: pareja necesitada de dinero acepta la oferta monetaria de la protagonista por pasar una noche con la parte masculina de la pareja. Algo así como lo que proponía "Una proposición indecente", pero en este caso la que paga es una mujer.

El dilema moral que plantea es interesante: ella, la mujer que tiene que "prestar" a su marido para una noche de sexo tiene préstamos sin pagar, una empresa de la que dependen trabajadores, amén de que con el dinero que va a conseguir por la noche de desenfreno de su marido va a poder hacer realidad su sueño de curar a niños con leucemia.

¿Decir que no por orgullo, dignidad o moralidad es lo más inteligente? Da para leer a Nietzsche.

Dejando de lado todo lo que implica el asunto, la pregunta que se me plantea es la siguiente: ¿Por qué duele tanto o cuesta tanto aceptar que tu pareja pueda tener una aventura? ¿Qué mecanismos mentales nos llevan a sentirnos dolidos, miserables y engañados por el hecho de que algo así pueda ocurrir? Antropologicamente me parece muy interesante pensar por qué la mente se empeña en sufrir por algo así. ¿Se puede entrenar lo contrario? ¿Hay personas que no le dan importancia a eso? ¿Hay algo de posesión y propiedad en el hecho de "compartir"?

¿Duele más el hecho de aceptar una infidelidad física que se hace real que la infidelidad mental que no se hace efectiva pero mantiene a la persona pensado?

¿Sabían que hay culturas que se ofenderían si te ofrecen a su pareja y ustedes las rechazan?

¿Son estas culturas menos "evolucionadas" que la nuestra?

Y de ser así, ¿cuántos crímenes por celos y cuántos malos tratos se llevan a cabo en nuestra sociedad más "evolucionada"?

Si les soy sincero, no tengo respuestas a casi ninguna de las preguntas, sobre todo a la primera, ¿Por qué duele tanto "compartir" a tu pareja? No lo sé, pero gracia no hace... duele. Opinión.