- miércoles 01 mayo 2024
Comenzó como el retrato cachondo y divertido del señorito andaluz. Pero Cristián Ildefonso Laus Deo María Ximénez de Andrada y Belvís de los Gazules, Marqués de Sotoancho se ha convertido, desde su finca la Jaralera, en un espectador privilegiado de esta España contemporánea, ajetreada y partidista que aún vive anclada en la cultura del apaño y el tejemaneje. El personaje nació algo bobalicón y despistado, pero la edad se ve que lo ha espabilado algo, y en esta nueva entrega, «El diario de mamá» (Planeta), la décima de unas aventuras que comenzaron ya en 1998, es un setentón fogoso y sentimental, aunque detrás de esa apariencia simplona se esconde un alma caprichosa y rebelde. «Tiene una extraña fuerza sobre mí. Yo lo estructuro con bastante prudencia, pero cuando lo estoy escribiendo, él se va por derroteros diferentes. Sotoancho me domina y por eso sé que es un personaje vivo. No se adapta a su autor, al revés», explica, casi con resignación, Alfonso Ussía, su creador. El gran escritor y periodista lo imaginó hace años en una indeterminada geografía de la baja Andalucía, que según el novelista es la región «de mayor inteligencia popular de una nación –España– que es muy áspera». «Vi que allí existía un personaje que no vivía, pero que estaba vivo. Así que le di cuerpo y fama; lo adapté a aquella región y le di sus propios defectos». Y también sus virtudes, porque, desde el reino de taifa de sus tierras, que son sus dominios particulares sobre los que nadie gobierna, sortea vicisitudes y problemas con gracia, sutileza y bastante generosidad. Mucha, la suficiente para no emprender un ERE contra los empleados que trabajan en sus propiedades en un momento en que todo el mundo busca pretextos para emprender uno. «Si Sotoancho fuera presidente del Gobierno, España sería más sonriente y amable y, desde luego, no sería un desastre. Él confía en personas que son más inteligentes que él. Le preocupa que el servicio sea feliz. Sotoancho se cortaría la cabeza antes de despedir a alguien».
El desahogo de la ficción
Ussía habla con ternura y cariño de su protagonista. Lo ha visto crecer y desmandarse por las páginas de sus libros debido a sus avatares y experiencias. Lo recuperó de la imaginación para esparcimiento propio. Una huida literaria y humorística para descansar del compromiso agotador de la columna diaria: «Es para desahogarme. En esta sociedad áspera en la que uno tiene que fijarse en situaciones que no son agradables de escribir, el marqués de Sotoancho es una relajación».
En esta entrega, su personaje volverá a vivir inquietudes y preocupaciones al reaparecer la sombra de su madre, que es mala, retrógrada, tacaña, perversa, católica y franquista, según palabras del propio escritor, y que en esas páginas, precisamente, no deja en un buen lugar al pobre Sotoancho. A este descubrimiento se sumará otra infidelidad de su mujer (con un bombero con los colores del Betis) y la visita del juez Garzón y el ex ministro Bermejo. «Unos nombres ilustres que, por supuesto, vienen a cazar unos ciervos, con sus buenas puntas, en las tierras de Sotoancho. Cuando lo escribo, no sé si lo está haciendo él o yo».
Diálogos rápidos, situaciones chocantes, sobreentendidos y malos entendidos. Alfonso Ussía no bebe del humor procaz y simplista. Sus raíces son las del humor inteligente y tradicional que este país ha olvidado por ese otro pobre y soez que tanto se cultiva ahora. «El humor en España está mal visto. Lo han maltratado y también a sus autores», comenta. Sus influencias son Cervantes y Quevedo; Poncela, Mihura, Muñoz Seca, López Rubio, Edgar Neville y Wenceslao Fernández Flórez. «El humor está en la situación, no en la manera de describirlo. Yo podría escribir un marqués de Sotoancho sin humor. Woodhouse no escribía para hacer gracia, pero es que era muy gracioso. El humor no se busca haciéndolo. El humor sobrevuela». Y menciona a su amigo, «un genio», Mingote, que también proviene de las mismas influencias: «Suma a la maravilla de su trazo la naturalidad y síntesis de su texto».
Sectarismo político
Por eso, quizá, Alfonso Ussía se indigna cuando recuerda en qué han quedado muchos de esos nombres: «El olvido de determinados autores es una cuestión de sectarismo político. Lo de Agustín de Foxá, al que unos analfabetos de Sevilla le han negado un homenaje porque fue falangista quince minutos, es una de las grandes infamias que se han hecho. Porque el PSOE está muy bien nutrido de hijos de falangistas. Pero hoy ya no tiene sentido eso. Ni falangista ni comunista. Eso pertenece a una época terrible en que España se dividió». Alfonso Ussía, por eso, siempre sincero y honesto en sus opiniones, recuerda a sus maestros y asegura que «están en el saco del olvido porque no les dejan salir los que tienen el carné de la cultura».
Sin lugar para «El Bigotes»
«Un personaje como “El Bigotes” no aparecería ni a cien metros de La Jaralera», asegura Ussía. Según el escritor, la exquisitez de la familia jamás aceptaría en la finca donde transcurren todas las tramas –La Jaralera– a alguien como «El Bigotes» (Álvaro Pérez, empresario imputado por su implicación en el caso Gürtel). «Él es la horterada, la cursilería de los nuevos ricos. La suya es la estética del arribista, de quienes no tienen escrúpulos», explica el autor. La trama de «El diario de mamá» comienza con un lío jurídico: el marqués ha contratado a 50 enanos para hacer la vendimia y evitar así los dolores de espalda que sufren los braceros de estatura normal, pero es denunciado. A continuación aparece el siguiente elemento novelesco, el chantaje. En esta ocasión, el criado Tomás encuentra un diario personal de la marquesa donde habla de su hijo con auténtica crueldad. Como pago para que no lo haga público le exige que le permita suplantar su identidad para poder cortejar a una noble a la que ha enamorado.
El Colegio Oficial de Médicos de Madrid sólo llevará el caso de la muerte del hijo del Dalilah, la primera víctima mortal por gripe A en España, ante la Comisión Deontológica en el caso de que alguien presente una denuncia contra los facultativos del Hospital Gregorio Marañón, según informó a Europa Press la responsable de protocolo y secretaría de presidencia, María Sarhan.
El pequeño Rayán, que nació por cesárea con 28 semanas de gestación, permanecía ingresado en la Unidad de Neonatos del Hospital y evolucionaba favorablemente.
Debido a un "terrorífico error", tal y como lo ha calificado el gerente del Hospital, el niño fue alimentado por vía parental en vez de por la sonda nasogástrica, lo que le provocó una serie de complicaciones que llevaron al fallecimiento del niño esta mañana.
Uno de los grandes problemas que ha generado la polémicas sobre el Plan de Transición militar es que el Gobierno local no daba validez a ninguna explicación que no llegase directamente y de forma personal al presidente Juan Vivas a través de la ministra de Defensa, Carmén Chacón. Un encuentro que obviamente queda aplazado indefinidamente por la reciente maternidad de la titular de Defensa, algo que ha obligado al Ejecutivo Vivas a cambiar su discurso. Si hasta hace pocos días la única que podía convencer a Vivas era la propia Chacón, la portavoz Yolanda Bel ha reconocido que no tendrían problemas en que les aclarase el plan algún otro representante ministerial.