- lunes 29 abril 2024
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El plan del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, para Afganistán llega en un momento en que para muchos países está resultando muy costoso desarrollar su misión sobre el terreno. Tanto que incluso las tareas de reconstrucción y desarrollo de las diferentes poblaciones están prácticamente paralizadas en muchos puntos, pese a que es el efecto más directo (y beneficioso) sobre la población local.
España no es una excepción. El Equipo de Reconstrucción Provincial que trabaja en la provincia de Badghis lleva meses con una actividad humanitaria muy reducida por el incremento de los ataques y la inseguridad. El mismo problema padecen los miembros de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Aecid) que trabajan protegidos por las tropas españolas allí desplegadas.
El incremento de los hostigamientos y los ataques al contingente en Badghis y la creciente presencia de talibanes obliga a las tropas a reforzar su trabajo en este ámbito, en las patrullas, la vigilancia y en la protección de puntos clave, dejando en un segundo plano la protección de los equipos de la Aecid, que apenas han podido trabajar en sus proyectos.
El problema se acrecentó en septiembre, cuando las tropas sufrieron tres ataques en apenas tres días, en los que resultaron heridos dos militares. La alerta se elevó al máximo, más si cabe con la cercanía de los comicios presidenciales en Afganistán, celebrados el 20 de agosto sin un resultado definitivo. El 7 de octubre, el cabo Cristo Cabello era asesinado por una mina anticarro en la proximidades de Herat y otros cinco militares resultaban heridos de carácter leve.
Con este panorama y prácticamente paralizados en Qala-i-Now (capital de Badghis), los miembros de la Aecid en Afganistán tomaron la decisión de proponer al ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, medidas para desbloquear la situación. Así, plantearon al responsable de la Diplomacia española la posibilidad de pactar y pagar a los talibán para que cesaran en sus hostigamientos y ataques al contingente en Badghis y poder continuar con la labor de reconstrucción y desarrollo, según confirmaron fuentes de la misión. El ministro se negó rotundamente a aceptar la propuesta y zanjó el asunto.
Italianos y canadienses
La proposición de la Agencia de Cooperación se produjo una semana después de que el cabo Cabello fuera asesinado en Herat y dos días antes de que el diario «The Times» publicara que las tropas italianas habían pagado a los talibán para evitar ser atacados. De la misma práctica acusaron medios canadienses a sus propias Fuerzas Armadas, pero tanto el Gobierno del país norteamericano como el italiano negaron las acusaciones. En noviembre, el mismo rotativo británico publicaba la recomendación que se hacía desde el mando a los soldados ingleses: sobornar a los talibán para «cambiar la dinámica de seguridad».
- APOYO AL EQUIPO DE RECONSTRUCCIÓN Y MÁS SEGURIDAD
El previsible refuerzo del contingente español en Afganistán que el martes dejó entrever el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, se centrará en el apoyo al Equipo de Reconstrucción Provincial, a los miembros de la Aecid y para aportar más seguridad, según apuntaron fuentes militares. El incremento de este contingente busca desatascar las tareas de reconstrucción y desarrollo de la provincia de responsabilidad española y aportar mayor seguridad a una zona que en el último año se ha descontrolado.
Con el envío del refuerzo del contingente de 220 efectivos ya aprobado, los nuevos que se enviarán y el redespliegue de una compañía de reacción rápida desde Herat a Qala-i-Now, la base española en esta localidad acogerá un batallón de maniobra de más entidad que el desplegado para las elecciones presidenciales afganas, formado por 450 militares.
Por otro lado, según fuentes militares, parte del envío de 30.000 soldados norteamericanos acabará en Herat, donde actualmente se ubica el grueso de las tropas españolas para reforzar las tareas de lucha antitalibán en la zona.
Al menos quince personas han perdido la vida este jueves en diversos ataques ocurridos en Pakistán. Por un lado, un grupo de hombres armados lanzó un asalto coordinado contra tres centros de Policía en la ciudad de Lahore, en el este del país, donde fallecieron al menos cinco personas, y por otro, la explosión de un coche bomba contra una comisaría de Kohat, en la Provincia de la Frontera del Noroeste (NWFP), provocó la muerte de diez personas.
Los hombres armados atacaron en primer lugar el edificio de la FIA (Agencia Federal de Investigación) en Lahore provocando la muerte de cinco personas, uno de ellos un asaltante, según informó un Policía que explicó que el edificio quedó limpio de delincuentes.
"Cuatro hombres atacaron el edificio de la FIA", confirmó el secretario de Interior de la provincia de Punjab Nadeem Hassan Asif, mientras que un canal de televisión reportó que los hombres armados se llevaron a dos rehenes. La explosión de un coche suicida en el mismo edificio el pasado mes de marzo se cobró la vida de 21personas.
El segundo ataque se produjo contra la academia policial Manawan, a las afueras de Lahore, aunque se desconocía si había que lamentar víctimas, mientras que no había trascendido información sobre el tercer asalto.
"Los terroristas no se saldrán con la suya en ninguno de los tres ataques", declaró el ministro provincial Rana Sanaulá, aunque no ofreció más información sobre los hechos.
Coche bomba
Poco antes de los ataques en Lahore, un atentado suicida con coche bomba en una comisaría en Kohat, en el noroeste de Pakistán, se cobró la vida de diez personas, según confirmaron fuentes militares y oficiales. "Algunos niños que iban al colegio se encuentran entre los fallecidos", dijo un agente testigo de los hechos.
Previamente a estos ataques, un presunto avión no tripulado estadounidense lanzó dos misiles contra una casa en la provincia paquistaní de Waziristán del Norte, limítrofe con Afganistán, provocando la muerte de cuatro milicianos, según fuentes de la Inteligencia paquistaní.
El proyectil alcanzó una casa ubicada a tres kilómetros al norte de Miranshah, la principal ciudad de esta provincia, que según los responsables de Inteligencia, es una base para la formación de los talibán y milicianos de la red terrorista Al Qaeda. "El dueño de la casa es miembro de la red Haqqani", una de las principales facciones talibán que luchan contra las fuerzas extranjeras en Afganistán, explicó un agente.
Estos últimos actos violentos ocurren al tiempo que el Ejército paquistaní recibe entrenamiento para enfrentar la amenaza talibán en la región vecina de Waziristán del Sur.
Según el Gobierno paquistaní, la mayoría de los ataques que se producen en la región se confabulan en la zona fronteriza con Afganistán y que suele ser bastión de milicianos extremistas talibán o de la red terrorista de Al Qaeda.