bucear

«Bucear es como meditar»

Guillaume pertenece a la nueva generación de exploradores submarinos. Enamorado del mar y de sus secretos, en el agua se siente libre, sin más límites que su propio  cuerpo.
-¿Sueña con sirenas?
-Yo ya tengo mi sirena. Me guiñó un ojo en tierra después de haber logrado el récord mundial de apnea al bajar a 113 metros de profundidad. Mucha gente piensa que estoy loco, pero sólo soy un enamorado del mar al que le gusta explorar lo desconocido. ¿Puede entenderme?
-Hay un placer en la locura que sólo el loco conoce.
-(Risas) Si estar loco es enamorarte y seguir tu pasión, entonces lo estoy. Desde niño el mar y yo hemos estado muy unidos. Nací y crecí en Niza y desde que tengo uso de razón  me recuerdo haciendo competiciones de buceo con mis amigos.
-No hace falta que me diga quién ganaba.
-Ahí es cuando comencé a darme cuenta de que bajaba más que el resto, hasta el punto de que muchos de mis amigos se asustaban al ver que tardaba en salir. Fue entonces cuando vi un programa de televisión y comprendí que se trataba de un deporte. Lo probé en serio, y me enamoré.
-La aventura de las profundidades...,  aunque no se vea nada. 
-Es cierto. A tantos metros todo está oscuro a tu alrededor y sin embargo, aunque suene extraño, a medida que bajas es como si se te encendiera una luz en tu interior. Es entonces cuando te relajas, cierras los ojos y tomas conciencia de todo tu cuerpo. Sientes cada uno de tus músculos, el corazón, la sangre que recorre cada esquina, los pulmones...
-Me recuerda a un yogui hindú.
-Es como una meditación. Sé exactamente cómo está cada parte de mi cuerpo cuando buceo. Es como si estuvieras volando dentro del agua.
-¿Ha encontrado el Gran Azul?
-Lo encuentro bajo el agua. El buceo libre o la apnea es  lo más parecido a la auténtica libertad. Como un baile con el mar, te sientes parte de los elementos marinos, el tiempo deja de existir –mi récord son siete minutos bajo el agua en piscina– y te sientes  en armonía con el mundo.
-¿No ha sentido miedo?
-No hay  lugar  para el  miedo y sí para un inmenso respeto por la enorme masa de agua. Lo más importante al bucear es disfrutar del momento y dejar las angustias en tierra. No pasa nada.
-No trago.
-(Risas).Vale, vale. Hay días en los que no te sientes cómodo y tus pulmones no aceptan la presión con lo que es mejor no luchar contra ellos. Son avisos del cuerpo y ellos mandan. Y si no lo haces, mejor salir a tierra. ¿Por qué me mira así?
-Me preguntaba cómo será un beso suyo...
-(Risas).En eso no hay problema porque mi novia es una de las mejores buceadoras del mundo  y tiene el récord del mundo femenino en Apnea. Ya ve, no me gusta bucear solo.

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