Sólo 50 kilómetros separan de Madrid a esta villa, que presume de una de las plazas más famosas del mundo. Una plaza, la de Chinchón, que hace dudar al visitante sobre su real existencia. ¿No será, más bien, un escenario perfectamente dispuesto? Junto a la plaza, se construyó en el siglo XVII el convento de los frailes Agustinos, comunidad religiosa fundada por los señores de Chinchón a finales del XV. Pasó este convento por muchos avatares a lo largo de los siglos, testigo mudo de la historia. Allí juró el pueblo de Chinchón, en una solemne ceremonia, a finales de septiembre de 1812, la Constitución aprobada por las Cortes de Cádiz. Después, se convirtió en sede del juzgado y cárcel y, tras sufrir varios incendios, quedó en ruinas.

Tras una profunda restauración, el edificio, hoy Parador, recuperó su fisonomía original de estilo barroco con influencias renacentistas. En el interior, alrededor de un claustro central, se alzan dos plantas comunicadas por dos escalinatas, en torno a las cuales se disponen las habitaciones. En este marco, los cipreses, rosas y alibustres del jardín dibujan una bellísima estampa, suavizada por el azul de su piscina. Amplios ventanales y bóvedas, mobiliario de corte clásico y castellano y sus bonitas y espaciosas habitaciones componen el conjunto interior, donde se respira relax y sosiego.

La visita a Chinchón y la estancia en su Parador bien merecen, por sí mismos, un viaje. Pero también puede ser la villa un punto de partida y lugar de reposo para hacer innumerables e interesantes excursiones a localidades próximas o para hacer la llamada Ruta de los Castillos.


De cocido y otros platos

Sea cual sea el motivo y duración de la visita, hay algo de lo que merece la pena disfrutar, sin duda, y es la gastronomía de esta zona. En los restaurantes del Parador se sirven, entre otras delicias propias de la tierra, la sopa de ajo, el cochinillo, el cordero asado y el típico cocido madrileño. Mientras El Convento permanece abierto todos los días y en sus fogones se guisan los platos más tradicionales con un toque de autor, el restaurante El Bodegón ofrece una alternativa temática y sólo abre los fines de semana y días festivos.

Durante esta temporada de otoño-invierno, la estrella en El Bodegón es el cocido de taba, que no es otra cosa que un plato similar al popular cocido madrileño, pero aderezado con cangrejo de río.

El cocido es, quizá, el plato más representativo de la cocina madrileña. Es uno más de los tantos «pucheros» que existen en las diferentes cocinas regionales de nuestro país y que reinan en las mesas cuando el frío se impone fuera. Una de sus peculiaridades es que el protagonista es el garbanzo y que éste comparte la olla con buena cantidad de aderezos, como verduras, hortalizas y diferentes tipos de carne.

En el cocido de taba, propio de Chinchón, las verduras y hortalizas proceden de la vega del Tajuña, río del que llegan también los cangrejos, que proporcionan su toque único a este plato. Esta popular receta se elabora en El Bodegón en puchero, a fuego muy lento, al modo tradicional. Comienza con un aperitivo de albondiguillas de menudos y garbanzos mareados; a continuación, la sopa de fideos al aroma de hierbabuena acompañada de aceitunas aliñadas de Campo Real, pepinillos y cebollitas. El plato principal son los garbanzos de Fuentesaúco, repollo, cardillos, judías verdes, nabos, patatas y cangrejo de río. Para finalizar, el morcillo, el jamón, la gallina, el tocino entreverado, el cuello de ganso relleno y el hueso de taba que da nombre al plato.

Para los que aún se atrevan con el postre, esperan los bartolillos y los pestiños.
 

FICHA:

>>  Dirección: Calle de los Huertos, 1. 28370, Chinchón. Madrid. Teléfono: 91 894 08 36. e-mail: [email protected]

>> Capacidad: 36 habitaciones dobles, dos con salón y dos con facilidades para minusválidos. Todas con aire acondicionado, caja fuerte, teléfono y televisión.
Temporada de cocidos

>>Restaurante El Bodegón. Todos los fines de semana y días festivos, hasta abril, este restaurante temático ofrece, en horario de almuerzo, el cocido de taba, según receta tradicional del siglo XIX.