Una semana después de aprovisionarse de un punto y de ganar en autoestima, el test de Almería adquiere relevancia mayúscula. La cota de los 20 puntos seduce, atrae y se convierte en pretensión, más aún si se tiene en cuenta que en el horizonte se asoma el Valencia. Joaquín Caparrós también incidió en la trascendencia de la cita de esta tarde, sabiendo además que el oponente hará de su carácter aguerrido una de sus principales virtudes. "Somos conscientes de que es un partido muy importante para nosotros. Conseguir un resultado positivo nos haría coger una confianza grande en nuestra Liga, pero también sabemos que va a ser complicado porque el Almería en casa se está haciendo fuerte", avisó el de Utrera, algo más prolijo en su análisis a continuación. "Es un equipo que ha ido cogiendo la idea de Hugo, presiona muy arriba. En su campo aprietan, se encuentran a gusto. Creo que quitando el partido del Valencia, que fue un poco engañoso, en casa son fuertes. Tiene gente muy poderosa, es un equipo que juega con un punta, a Soriano lo han reconvertido de mediocentro a segunda punta... Eso hace que sea un equipo muy poblado ahí en el centro del campo, con gente muy física", previno.

El míster rojiblanco resaltó que el Almería ha mantenido a su columna vertebral, que poseen un equilibrio a destacar, y dado el panorama no queda más remedio que apelar a los valores habituales para hacerle frente. "Nosotros tenemos que estar a un nivel alto de atención y buen juego porque si no, lo podemos pagar. La gente es consciente de que tenemos que hacer un buen partido ante un buen equipo", recordó. Por cierto, no se le vio afectado cuando le indicaron que Hugo Sánchez ha manifestado que lejos de casa el Athletic baja enteros. "Ahí estarán los datos, se habrá fijado por los números. Esperemos que mañana no sea así", zanjó.

En una materia en la que hizo especial hincapié fue en la necesidad de estar bien puestos, en no dejarse embriagar por la vorágine del punto ante el Barça. "Pues eso es lo que no tenemos que hacer, no nos puede afectar, creo que eso es un error y el profesional tiene que trabajar diariamente para que no le afecte todo ese tipo de situaciones. Hay que ser un equipo equilibrado, regular. No solamente en el juego, sino en la competición y trabajamos para eso. Mal nos va a ir si por un punto el equipo... Hay que ir con los pies en el suelo. Estamos viendo los resultados de cada jornada, quitando a los tres o cuatro equipos de arriba los resultados de los demás son muy justos y por cualquier error a nivel individual o una mala atención colectiva se pierden los partidos o se ganan. Vamos a ver si a nosotros no nos afecta eso y somos ese equipo más regular", arengó.

Lo que no dejo traslucir es el modus operandi, el dibujo táctico para esta tarde. ¿Alineará a la línea de contención y creación formada por Gurpegi, Javi Martínez y Orbaiz como ante el Barça? "Tenemos un partido muy importante el jueves y tenemos que ir viendo situaciones. Para nosotros el partido más importante es éste del domingo, pero luego hay otro partido -en Austria- y luego otro -ante el Valencia... Por eso es importante la recuperación de Ion Vélez. Esperemos que Toquero se recupere lo más pronto posible y que se quede en el susto, porque en este final, hasta el parón que hay, nos interesa tener a todos los jugadores, porque tenemos muchos partidos, pero es una opción que tenemos y ya lo hemos visto y lo podemos hacer, claro que sí", respondió.

Sobre si hay objetivos trazados antes de que llegue el parón, Caparrós negó la mayor. "No, en absoluto. Este equipo ha demostrado que no mira más allá del domingo. Ahora queremos recuperar a todos los futbolistas, hoy sí que nos preocupamos de la recuperación de los futbolistas porque tenemos muchísimos partidos. Cuando se hace una planificación de los puntos a conseguir, el 99% no acierta", valoró

Soltar la ira con el jefe, por ejemplo, cuando uno se siente tratado injustamente en el trabajo presenta menos riesgos que sufrir las humillaciones en silencio, según un nuevo estudio. Las personas que sufren disgustos sin rechistar tienen dos veces más peligro de sufrir un ataque o morir de alguna enfermedad cardíaca que quienes explotan de ira, señala un informe sueco publicado en el Journal of Epidemiology and Community Health.

Sus autores, científicos de la Universidad de Estocolmo, estudiaron a 2.775 trabajadores varones desde comienzos de los años noventa hasta 2003. Entre otras cosas, midieron su presión sanguínea, el índice de masa corporal y los niveles de colesterol, además de preguntarles a cómo reaccionaban al sentirse tratados injustamente en la oficina o la fábrica. En los diez años analizados se produjeron 47 fallecimientos por ataques cardíacos o enfermedades cardiovasculares.

Tras un análisis caso por caso, en el que tuvieron en cuenta tanto los factores biológicos como los distintos niveles de estrés, llegaron a la conclusión de que los que reprimían su enfado tenían el doble de probabilidades de enfermar y morir. Constanze Leinewerber, del Instituto de Investigaciones sobre el Estrés, de Estocolmo, que dirigió al equipo investigador, dijo no aconsejar a los trabajadores que griten a sus jefes."No es la mejor solución. Pero siempre es mejor decir en voz alta que uno se siente tratado injustamente y tratar de encontrar una solución", explicó.

Llegar al Reyno de Navarra para verse las caras ante Osasuna es sinónimo de partido duro, de los de meter la pierna y sufrir hasta el final. Un despiste es fatal y se da al traste con el esfuerzo de 90 minutos. El Barça superó una primera parte exigente y con nada de brillo y puso la directa, con el gol de Keita, hacia un triunfo que se la escapó entre las manos cuando el partido agonizaba. Lección para los azulgrana que seguro sabrán sacar una lectura positiva del agridulce empate final.

Un punto y mantener la cabeza en solitario, después del triunfo del Madrid ante el Getafe, es el botín que parece escaso cuando todos sumaban tres al casillero de los de Pep Guardiola. La fórmula Keita, excelente y en plan goleador, menos Márquez, capaz de empeorar a un discreto Chygrynskiy, acabó con el empate doloroso en la prolongación. La fe de Osasuna y un inspirado Ricardo, decisivo en el tramo final, hicieron el resto.

Gris resistencia

Alertado por la buena racha de Osasuna en el siempre exigente Reyno de Navarra, donde los rojillos habían sumado dos triunfos consecutivos, el Barça salió serio e imprimiendo un ritmo fuerte para frenar las ansias de los pupilos de Camacho. Messi ya de entrada se encontró una primera intervención de un Ricardo que a la postre fue decisivo para entender el punto rescatado por los locales. Aranda fue quien complicó más la existencia a la zaga culé, pero adoleció de puntería cuando, como en el 11', se plantó con opciones ante Valdés. El mismo Aranda pidió penalti por un agarrón leve de Piqué en una caída exagerada.

El Barça perdió progresivamente el buen tono inicial pese a una buena opción de Ibra, quien disparó al brazo de un contrario. El árbitro no vio nada y aumentó la leyenda que persigue este año al Barça: no hay manera de que le señalen un penalti a favor. Aranda personificó el avance local y traía de cabeza a un Chygrynskiy que no parece tan imprescindible como pintaban - se fue a la caseta y su recambio, Márquez, ya fue calamitoso -. Sólo Puyol parecía imponerse tras un jugadón del delantero rojillo al borde del descanso. El Barça no consiguió imponer su ritmo pero se guardaba un as en la manga tras la gris resistencia del primer parcial.

Keita-Márquez=empate

El segundo tiempo amaneció con un Barça creciente que se adueñó del cuero. El fútbol era azulgrana. Se cocía lo que podía llegar a ser un triunfo trabajado de los que valen por dos. Poco a poco el Barça se fortalecía pese a lo poco favorable del arbitraje de Rubinos Pérez, que hizo la vista gorda de manera incomprensible a una zancadilla de Miguel Flaño sobre Ibra cuando éste encaraba a Ricardo merecedora de roja. El premio al empuje y al control visitante lo recogió Keita. Una gran jugada colectiva habilitó a Puyol, transformado en el mejor Alves, para que el capitán la pusiera atrás y el malí remachara (0-1, 73'). Fenómeno Keita.

Lo más difícil parecía hecho. Con el Barça remando a favor sólo Ricardo y la fe pamplonica pudieron obrar el milagro. El portero se hartó de frenar los ataque insistentes del Barça: primero a tiro de Ibra, también a disparo de falta de Messi y de nuevo ante el argentino evitando la vaselina. Tanto atacar sin definir acabó penalizando al líder. Márquez se retrató cuando se discute sobre su renovación - ¿hace falta? - perdiendo un balón de benjamín en la esquina y el centro de Camuñas lo impulsó Piqué al fondo de su propia portería. Decepción culé cuando los tres puntos estaban camino de Barcelona.

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