- viernes 03 mayo 2024
Tengo amigos, madridistas con pedigrí, que aceptan mejor un reproche al club que un elogio a Guti. Ni siquiera en las mejores tardes del susodicho han aceptado la idea de que fuera titular. Cuando en un partido ha dado tres pases de gol han sentenciado que tal hazaña no la repetiría en mucho tiempo. Guti, en los últimos pasos de su carrera, sigue siendo, despectivamente, «una promesa». El anterior presidente, Ramón Calderón, en aquella perorata en la que cantó algunas verdades, al referirse a él dijo que con más de treinta años seguía siendo eso, promesa.
El muchacho siempre ha dado peor imagen de lo que en realidad es. Su obsesión por ser diferente, en lo personal, le ha llevado a ser gran imitador. La buena opinión que de él tienen quienes lo han conocido de cerca no tie- ne acogida entre los aficionados. Su pijerío le ha impedido tener corrientes favorables sobre sus indiscutibles calidades futbolísticas. Es uno de los jugadores en los que siempre he creído, aunque sus infantilismos y salidas de pa- ta de banco le crean grandes animadversiones. No ha sido el jugador más apreciado en la mayoría de los estadios es- pañoles. En alguno basta que toque la pelota para que le griten.
El último episodio desfavorable ha sido su actuación futbolística en la Copa del Rey en Alcorcón, acompañada de gestos hacia el público del estadio de Santo Domingo que no dicen nada en favor del club.
Su presunta discusión con Manuel Pellegrini es hecho que debería analizar el club y obrar consecuentemente. La autoridad del entrenador, mientras está en la casa, no debe estar en entredicho. Es ejemplo pernicioso.