Los mayores la gozan en su tradicional fiesta de Carnaval en el Muralla

Los mayores de la ciudad han tenido este jueves, primer día de cuaresma, su cita tradicional con la fiesta de Carnaval que organiza cada año la Ciudad Autónoma a través del área de Asuntos Sociales. Con algo de “hambre” porque tardaban en salir las viandas, pero con cero sed, porque lo que no perdonaron ni una gota de cerveza ni de vino. “Ya verás que con los años las ganas de cerveza no menguan”, advierte una veterana en estas lides disfrazada de los clásicos lápices de colores de madera.

“Nos lo hemos currado, que esto tiene mucho más mérito que disfrazarse de payaso”, apostilla la lápiz rosa con una sonrisa al tiempo que blande su copa. Casualidad o no, unos metros más allá, una mesa casi contigua, una payasa había sido abandonada a su suerte por el resto de sus amigas en ese momento. Aunque en el gesto se apreciaba más que tristeza y soledad ganas de recobrar el resuello tras haberlo dado todo en la pista.

Porque otra cosa que no perdonan las personas mayores es la alegría, las ganas de exprimir la oportunidad, bailar y reír. Si hay un sitio cómodo y agradable para un foto periodista son estas reuniones en las que apenas hay que esforzarse para pedir fotos o recobrar historias.

“Niño, aquí” (gracias), lanza una vaquera que quiere su foto de hermandad con su amiga india. Cuidado que te va a meter en una reserva. “Tengo el hacha ahí, descuida”.

En otro lado una mujer promete embrujar a todo el que se ponga a tiro con su varita mágica. “Voy a ver si hechizo a algunos y consigo convertir los capullos en flor”, dice la bruja señalando lo que parece ser su último logro, una clavel blanco.

Diversión carnavalera, orquesta, comida, risas, baile y alegría y ganas de vivir y exprimir los días. Por cierto los de los lapices han ido mucho más allá de elaborar el disfraz, han hecho todo un moral para expresar ideas bonitas que hacen que vivir sea más pleno. "Como cuando íbamos a la guardería", refrenda una de las responsables. Todo vuelve.