El arqueólogo e historiador malagueño Rodrigo Álvarez González dirige hasta mediados de enero una decena de encuentros en el Museo de Ceuta en los que guiará la visita a la exposición temporal 'Arqueología y vida cotidiana en la Almina de Ceuta. Siglos XVIII-XIX'. Nadie mejor que él para desentrañar los secretos que se esconden -o escondían- en el suelo de la ciudad.

-¿Qué aporta una visita guiada en este tipo de exposiciones?

-Pues en este caso conocer multitud de datos explicados por la persona que dirigió la excavación. Además de acercarse a piezas que se han rescatado de allí, que hay muchas de las últimas excavaciones arqueológicas que se han hecho que por desgracia pues todavía no se pueden ver en Ceuta.

- Ahí entra en escena la falta de un museo propio, ¿verdad?

- Es una demanda que ya tenemos los arqueólogos que trabajamos aquí desde hace bastante tiempo… y parte de la ciudadanía también. Por ahora no lo hay y es una lástima porque el patrimonio cultural que tiene Ceuta, y en este caso de cerámica, es impresionante.

Además, las piezas de aquí de Ceuta, además no sé por qué, pero salen bastante completas. Quizás porque los suelos no eran tan compactos a lo mejor y entonces cuando tiraban la pieza pues no se fracturaba o se fracturaba lo mínimo y entonces aparecen bastante completas… el caso es que se conservan muy bien.

-Mientras llega el museo, ¿en qué debería trabajar entonces la Ciudad?

-Solo para empezar un museo hay muchísimo trabajo. Primero hay que encontrar la ubicación, hay que adecuarlo y después hay que estudiar las exposiciones. Claro, no se pueden poner los materiales conforme se sacan de la tierra, hay que hacerles un proceso de restauración tanto para que se vean bien como para parar la propia desintegración. Hay que tener en cuenta que los cambias del hábitat en el que llevaban enterrados 500 años y al sacarlos empieza a haber alteraciones. Por eso requerimos tanto tiempo como dinero desafortunadamente.

-El tiempo es el mismo para todos, pero ¿pone la administración el dinero suficiente para preservar todo el patrimonio que tiene correctamente?

-No, no, pero es que eso no lo hace nadie. Es inviable, no lo hace así ni el Museo Arqueológico Nacional de Madrid, no hay dinero ni tiempo suficiente para nadie.

-Decía el arqueólogo municipal, Fernando Villada, que esta exposición sirve además para poner en valor la labor “callada” de los arqueólogos como usted. ¿Es un trabajo poco reconocido?

-La inmensa mayoría de las excavaciones deberían de tener tanto un trabajo de publicación después para publicar lo que ha salido como una exposición. Eso sería lo idóneo. En Ceuta, sólo en la Almina, que es desde el mercado hasta el Hacho, en los últimos 20 años se han hecho unas 80 excavaciones. Al final la arqueología para lo que sirve para dar explicación de los fenómenos tanto sociales como culturales y demás que se han producido a lo largo de la historia y darlo a conocer la sociedad y  afortunadamente aquí en Ceuta pues de vez en cuando pues sí que se hace.

-¿Hay entonces interés entre la ciudadanía por conocer todos estos hallazgos?

-Aquí en Ceuta hay un grupo de personas en concreto que están muy involucradas y a las que les gusta mucho arqueología. Si se hace cualquier cosa sabes que van, haya lo que haya. Así que siempre hay gente disponible para ir a ver las exposiciones y demás actividades. No todo el mundo, claro, igual que en el resto de del país, hay mucha gente que despotrica de ello, pero aquí sí que hay quien está muy interesado en la historia de la ciudad.

-¿Queda mucho por descubrir bajo la Ceuta que conocemos?

-Muchísimo. De hecho, hay varias excavaciones que se han quedado por ahora inconclusas porque la licitación se ha quedado vacía y hay que ver si se van a hacer. Por ejemplo, habrá que ver qué pasa con el centro interpretación de las Murallas Reales ahí en el baluarte. Ahí han salido unos restos tremendos. Pero sí, hay mucho por descubrir, encontrar y comprender de nuestro pasado.

-¿En cuántas de esas excavaciones ha participado?

-No sabría decir, desde 2016 vengo de manera más asidua así que calculo que alrededor de veinte.

-¿Hay alguna pieza a la que tenga especial cariño en la muestra que actualmente se expone en el Museo?

- Aunque está centrada en las excavaciones de González de la Vega en esta exposición hay piezas de otras en las que yo he sido el director y que son muy interesantes. Hay una por ejemplo que es una pieza de una jarrita, un jarro cristiano del siglo XIV de la época meriní, que demuestra que el contacto entre los meriníes y los cristianos era constante. Con cristianos me refiero a que para los peninsulares era normal y era frecuente ese encuentro con otras culturas, no era una cosa extraña, aislada, no era un ‘los cristianos por un lado y los musulmanes por otro’ ni eran ni mucho menos enemigos. Había una relación fluida y comercial.

Después hay otra pieza del siglo finales del X principios del XI es preciosa. Es un (arco) trilobulado que parece casi de los de épocas penitencias para un trilobulado eh Está revestido en almagra con pintura blanca y apareció en un silo en la calle Velarde. Sobre ese hemos publicado incluso en una publicación internacional en Palmeras, en Portugal.

- ¿Esa jarrita rompe entonces el prejuicio para la gente que considera que la Ceuta de las cuatro culturas es un invento más bien reciente?

Claro, claro, echa un poco por tierra ese prejuicio porque aunque esa jarrita apareció en un basurero lo hizo porque antes había sido utilizada. Y claro que había relación entre culturas. No sabemos la estrechez, pero hablamos del siglo XIV, así que podemos decir que en todo momento ha habido contacto entre culturas, religiones y civilizaciones y estas han estado mucho más mezcladas de lo que nos hemos podido creer durante mucho tiempo.