Hace nueve meses, la Semana Santa; hace ocho, el Ramadán; hace treinta días, el Diwali; ahora, la Janucá. La festividad hebrea de la festividades hebreas ya está aquí. Como cada año durante el transcurso de estas mismas fechas, la Comunidad Israelita ha recibido este frío y húmedo 4 de diciembre la popularmente conocida como 'Fiesta de las Luces'; por delante, ocho largos días de celebración (eso sí, en el ámbito privado).

Como marcan los cánones, la entidad que agrupa a los ceutíes de confesión judía (a la mayoría, al menos) ha dado la bienvenida a la más conocida -y extendida- de sus tradiciones religiosas encendiendo un total de nueve velas, una por cada brazo de los que dan forma a la januquiá, esto es, el candelabro convertido en el símbolo judío por antonomasia (con permiso de la estrella de David).

La gustosa encargada de abrir la ceremonia ha sido Susana Hevia. La más célebre presentadora de la radiotelevisión pública local ha recibido el encargo de conducir el acto en lo que parece haberse convertido en tónica más que habitual. Además de la propia Hevia, se atisbaban entre los (muchos) asistentes otros tantos rostros conocidos, a saber: Pilar Orozco, Alberto Gaitán, Teresa López, Juan Sergio Redondo, Francisco López Gordo...

Tras una presentación más que debida, llegaba el momento por todos esperado: el del encendido de las luces. En esta ocasión, los seleccionados han sido Piedad Abecasis, Rosa Founaud, Antonio Noya, Blanca Vallejo, Jacob Levy, José Bentolila y, por supuesto, Marcos Llago, Rafael García y Juan Vivas, a quien la Comunidad ha vuelto a conceder el honor de prender -mechero en mano- la vela central.

El origen de tan emblemático rito se remonta a la época del Imperio seléucida, el cual, hace aproximadamente 2.200 años, regía la actual Israel. La Janucá conmemora dos milagros acontecidos por aquel entonces. "En la época, las leyes vigentes prohibían el acatamiento de la Torá", explicó a los medios el propio Levy a finales del pasado curso. En un alarde de absoluta gallardía, "un grupo de macabeos Hashmona'im logró vencer a un imperio entero; ese fue el primer milagro", detalló el rabino.

El segundo fenómeno tiene que ver con las luminarias por las que tanto se caracteriza la festividad. "Cuando el grupo volvió al templo, los fieles se dieron cuenta de que las vasijas de aceite de oliva con las que se encendía su candelabro estaban impurificadas; todas, excepto una", señaló Levy. La cantidad de aceite disponible daba para mantener encendido el candelabro durante unas pocas horas. Sin embargo, "las luces duraron ocho días", de ahí la duración del período festivo.

Desde la Comunidad, tienen claro que el mensaje la Janucá esconde tras de sí es el de que "el milagro existe", el de que existe "para todos", independientemente del credo que se profese, puesto que "hay un solo Dios que otorga lo que desea a quien se lo pide con sinceridad". "Solo tenemos que llamar a su puerta; él nos responderá", aseguran los acólitos de José Bentolila.

Para el grueso de los judíos, la que hoy nos ocupa constituye una festividad "de lo más entrañable". "En cada casa, se enciende una januquiá de ocho brazos y toda la familia permanece unida en torno a ella mientras conversa o come", revelaba un fiel a este digital. Al igual que sucediera en 2022, este año, los hebreos de todo el mundo pedirán a su deidad por "la paz" y por la resolución de "todos los conflictos armados". "Estamos en un momento muy crítico", advertía Bentolila.