Ni belenes ni cabalgatas; ni zambombás ni polvoronás; ni siquiera la visita de sus Majestades los Reyes Magos de Oriente: la Navidad llega a su cénit el día en el que se celebra el sorteo de la lotería. Pocos, muy pocos eventos levantan tanta expectación como ver a los niños de San Ildefonso cantar números cual ruiseñores en el Teatro Real de Madrid; no hay lugar a discusión.

Prueba de que el continuo girar de los bombos tiene algo más que simple gancho son los datos de audiencia que maneja Radiotelevisión Española: según el ente público, cerca de dos millones de personas siguieron de cabo a rabo la rifa de 2022, lo que resulta en un 40% de cuota de pantalla; un completo arrase. Sorprende más, si cabe, el pico de espectadores entonces alcanzado: 6,5 millones de conciudadanos, ni más ni menos.

En Ceuta, como en el resto de España, el 22 de diciembre se vive siempre con suma ilusión. Más que un día marcado en rojo en el calendario, la cita constituye una auténtica ventana de optimismo, cuando no de auténtica euforia. Hoy, igual que en anteriores ocasiones en las que nuestros almanaques transitan por estas mismas fechas, los ánimos estaban más que caldeados. Pese a que, por probabilidades, es mucho más plausible que te caiga un asteroide en la cabeza al hecho de que te toque la lotería, la esperanza resulta, a menudo, inevitable.

El Gordo nunca ha cruzado el Estrecho, pero sí varios de sus hermanos menores. Por más ganas que hubiera (y las había), lo vivido este 2023 no ha sido una excepción. Tras un 2022 de absoluto vacío en lo que a gracia se refiere, la suerte ha vuelto a sonreír este año a nuestra salada tierra. Lo ha hecho -para mayor gloria de los acertantes- por partida triple.

El sorteo ha dejado en la Perla del Mediterráneo tres quintos premios. El primero de ellos -el 88.979- caía pasadas las diez y cuarto de la mañana. Lo hacía a pie de Marina, en Quirós, un estanco que se ha estrenado este viernes invernal en lo de repartir felicidad. "Para ser nuestro segundo año, hemos empezado muy bien", bromeaba la encargada de regentar el establecimiento, una castellanoleonesa llamada Beatriz González. Esta ha concedido a uno de sus clientes nada menos que 6.000 euros a través de un único décimo. A quién, no se sabe. "Puede haber sido cualquiera, de fuera o de aquí", explicaba ante cámara.

Como marcan los cánones, la tienda de González ha recibido su correspondiente cartel de 'Vendido aquí'. Tomás, un trabajador de Loterías y Apuestas del Estado, se personaba en el lugar al poco que la prensa hiciera lo propio. "Me he enterado por vosotros", confesaba a los medios la propia comerciante.

El segundo gran premio llegaba apenas diez minutos después de su 'antecesor'. Aterrizaba por mediación del 1.568 en la expendeduría que abrió hace tan solo nueve meses en la calle Juan I de Portugal. Al igual que en el escenario inmediatamente anterior, Adriana Sánchez (la propietaria) recibía la noticia a través de los periodistas. "Para nosotros, es una alegría enorme", revelaba. No es para menos: ha repartido 12.000 euros, el doble que Quirós.

Una diferencia más: a pesar de su corta vida vida, el negocio de Adriana sí que ha dado otros premios anteriormente, aunque ninguno tan destacado como el que nos ocupa. "Ha habido alguno más, pero no tan grandes", apuntaba Sánchez.

Dicen que no hay dos sin tres. El sabio refranero español nunca se equivoca. A las once en punto, llegaba el último premio del trío hoy caído en suelo caballa. El protagonismo recaía, esta vez, sobre la Librería General, una veterana en eso de hacer feliz a la gente. El número agraciado ha sido el 86.007. Cifra diferente, sí, pero mismos paralelismos: 12.000 euros a un ceutí desconocido. "No sabemos ni cuándo vendimos los décimos", decía Emilio González.