“En su declaración, la menor manifiesta haber sido secuestrada a la puerta de su domicilio por dos individuos, los cuales la trasladaron en un vehículo, a un lugar desconocido dónde estuvo retenida durante 48 horas, maniatada a una silla, sin ingerir alimentos ni bebidas, siendo quemada en la cintura con puntas de cigarrillos encendidos y que fue liberada por los secuestradores al conocer que era buscada por la Policía”, dice la Policía Nacional en su nota de prensa.
Todo mentira. La Brigada Pronvincial de la Policía Judicial siguió la pista de su anterior compañero sentimental como posible sospecho de la desaparición de la menor. Esta se encontraba en pijama en casa y tras recibir una llamada de teléfono salió a la puerta de su casa, momento en el que desapareció. La Policía localizó al joven ex novio y con él también a la menor.
El joven de 22 años desmontó la versión de la menor al reconocer que “que se había ido con él voluntariamente al igual que en otras ocasiones, ya que tienen un hijo en común”. Las pruebas periciales corroboraron la versión del joven, o más bien, no pudieron dar veracidad científica al testimonio de la menor. El protocolo sanitario no apreció ni quemaduras, ni signos en las muñecas. La Policía Nacional concluye: “estando motivada dicha declaración de hechos por el temor a ser castigada por sus progenitores”. El amor la llevó a irse con su ex novio, el temor a mentir a la policía.