Al final del paseo del Revellín, ante la atenta mirada de Inditex (por el edificio de Zara), un escenario con atril y pantalla gigante de fondo sirvió para encender la navidad ceutí de la forma más espectacular. Juan Vivas, presidente de la Ciudad, a lo alcalde de Nueva York, pulsó el botón. Sonó la cuenta atrás desde diez. Una voz grave que se detuvo en el preciso instante en que los fotones (partículas elementales que componen la luz) pasaron a excitarse, iluminando la calle y provocando los aplausos y hasta algún cántico de "Vivas, Vivas".

Minutos antes el escenario elegido causaba dudas a la organización, algo inquieta con el cambio hacia el modelo Manhattan.

La calle a rebosar esperaba la llegada de las autoridades. Bajaron de coches negros, a juego con sus trajes, el delegado del Gobierno, Rafael García, el citado Vivas y consejeras como Nabila Benzina o Pilar Orozco, además de miembros de la oposición, incluidos Juan Gutiérrez (PSOE) y Fátima Hamed (MDyC).

El titular de Turismo y comercio Nicola Cechi le ponía el punto 'Little Italy', pero en vez del clásico arqueo de dedos optaba por saludar con un sutil movimiento de muñeca, más británico.

Hacia el escenario les escoltaba la Policía Local. También estaba el asesor delegado de Cultura, Eduardo Ayala, a priori sin el carnet de Guardia Civil que había reproducido para "una fiesta".

Para festivo el ambiente entre el pueblo, que bailó villancicos bajo la radiación electromagnética de 1.686.519 de puntos LED. Los que más disfrutaban eran los niños, que hacían caso omiso a las órdenes de sus madres: "Siéntate...levántate", le decía una a un pequeño zamarro rizoso aficionado al chupa chups de fresa y nata.

En el capítulo de veteranos, un hombre mantenía la elegancia delante de la puerta del Zara, a pesar del frío. Corbata marino, camisa azul y un plumas verde para evitar catarros.

Más o menos de su quinta, Conchi Villalta y José Luis Patiño miraban el espectáculo más relajados en la parte superior del paseo del Revellín. Les gusta lo que ven, pues en su niñez "Ceuta no estaba tan bonita".

Eso sí, echan en falta que la navidad vuelva a lo familiar: "Antes lo disfrutábamos más, se hacía más vida en casa", aún así, ya tienen planes para este año con sus nietos, a los que a buen seguro no darán de comer pollo: "Es que antes solo se comía en Navidad, ahora ha perdido la magia", resumen.

Mientras ellos miran las luces, dentro de un comercio de calzado y perfumería, Patricia Marañés cruza los dedos. "Mira, si esto sirve para que se venda algo, me parece estupendo", espeta de primeras, sincera. Para ella, falta incluso pompa. "El año pasado fui a Andorra en Navidad por primera vez en mi vida y tenían música. Pero nada de ese 'chunda chunda'. Era música de esta agradable de navidad, de la que te entran ganas de comprar. Yo creo que estaba estudiado", teoriza.

Ya con las promociones de Black Friday en marcha, "a pesar de que es poco rentable para el pequeño comercio", fía todo a que las luces recién estrenadas iluminen el camino del gasto.

Mismo deseo que comparte Malda Lasen, que aguardaba en su tienda de ropa a que la marabunta proveniente del punto neurálgico del encendido se animara a sacar a pasear la tarjeta. El problema, "que estamos a fin de mes y esto coincide un poco mal, la gente no llega y te lo dice".

En cualquier caso se muestra encantada con que cada vez se adelante más el inicio de la navidad. Al estilo americano, ya después de Halloween: "Por mí empezábamos a inicios de noviembre", ríe.

A la que sí se le va a hacer larga la espera es a la pequeña India, que pasa junto a sus padres cerca del escaparate de Lasen. "Lo que más me gusta son los regalos, pero todavía falta", dice risueña. Sus progenitores, Laura Domínguez y Francisco Galán sonríen cómplices ante las palabras de la niña y reconocen que ahora les gusta "más la navidad que antes" solo por ver disfrutar a sus pequeños.

En el gozo común estaba la gracia del acto de este jueves y espectacularidad mediante, se logró.