ANIVERSARIO

Once años sin el médico más ilustre y querido de Ceuta; once años sin Abdelkrim

Once años sin el médico más ilustre y querido de Ceuta; once años sin Abdelkrim
Abdelkrim y su mujer, Dina, durante un posado conjunto
Abdelkrim, posando junto a su mujer, Dina
El recuerdo de su viuda, Dina, es compartido por aquellos que pasaron alguna vez por su consulta; todo ceutí de bien coincide en que "era un hombre muy trabajador" y en que "siempre estaba a disposición de sus pacientes"

Fue un frío e invernal 16 de enero como el de ayer cuando nos abandonó. Fue hace ahora once años cuando su marcha provocó un vacío enorme en el conjunto de la sociedad caballa. Todos lo conocían; no había nadie que lo criticara. Como médico, era muy bueno; como persona, era excelente. Cualquier ceutí que haya pasado alguna vez por su consulta solo puede hablar maravillas de él; nada más que maravillas.

A fecha de 2024, más de una década después de su prematuro adiós, el recuerdo de Abdelkrim permanece aún imborrable no solo en la memoria de sus familiares, amigos y demás allegados, sino, también, en la de miles de ceutíes a los que su pérdida les dejó, en cierto modo, un poco huérfanos.

Partió de este mundo a la edad de sesenta y cuatro. "Falleció de manera repentina; nadie se lo esperaba", cuenta su viuda con notable pesar. Se llama Dina. Y es la madre de los dos hijos mellizos del doctor. En la actualidad, ambos tienen veintinueve años. El uno ejerce como enfermero; el otro sigue los pasos de su difunto padre: "Acaba en junio la carrera de Medicina".

"Fue un golpe muy duro para nosotros", dice Dina sobre ella misma y sobre su familia, a la que se refiere como "una familia normal". El hueco que dejó el facultativo fue tal que, hoy por hoy, la que fue su esposa durante largo tiempo todavía se pone "un poco nerviosa" cuando habla sobre él; no tiene reparo en confesarlo.

Dina tiene claro (y, en eso, coincidimos todos) que Abdelkrim "era un hombre muy bueno y muy trabajador", uno que "siempre estaba a disposición de sus pacientes". Su sacrificio y su generosidad le valieron en 2003 una más que merecida Medalla de la Autonomía. No en balde, "la mayor condecoración de la que pudo disfrutar fue el cariño y la admiración de sus convecinos". Así lo cree Mohamed Alí; así lo expresó tan solo un día después de su muerte.

Durante su dilatada trayectoria profesional, el sanitario compaginó sanidad pública y privada. En ambos casos, se desempeñó como internista. Pese al desdoblamiento, su lugar de trabajo predilecto fue, primero, el antiguo Hospital de la Cruz Roja; más tarde, el Universitario. Fue allí donde, a la postre, la Fundación Ceuta 2015 decidió ofrecerle un homenaje perpetuo en forma de estatua.

Abdelkrim estatua médico hospital universitario
La estatua de Abdelkrim que hay en el Hospital Universitario / A. C.

"Era cariñoso, detallista", explica Dina. Era muchas cosas, pero, sobre todo, "era muy divertido". "Tenía golpes muy buenos; yo me reía mucho con él", apunta la mujer, quien afirma que, "en casa, era un auténtico torbellino"; también, que ella y sus hijos lo recuerdan "con muchísimo cariño". No podía ser de otra forma.

Julián Domínguez, "jefe, compañero y amigo", destacó de él en su momento que "su dedicación a las personas más necesitadas siempre fue su norte". En la misma línea, Fernando Pérez-Padilla tuvo a bien poner en valor tras su marcha "su entrega a la sanidad local y a los ceutíes". "Fue todo un referente sanitario", profirió entonces el exdirector territorial del INGESA. Así ha quedado la figura de Abdelkrim en el imaginario caballa, con un legado valiosísimo y un recuerdo indeleble, uno que, más de dos lustros después de su partida, aún perdura (y seguirá perdurando).

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