El Consejo de Gobierno ha dado luz verde este 12 de septiembre -a instancias de la Consejería de Presidencia y Gobernación- al envío de los 50.000 euros presupuestados por parte de la Administración local para ayudar a los afectados por el brutal terremoto recientemente registrado al suroeste de Marrakech.

La reunión en cuestión, celebrada el término de la que ha sido la primera sesión plenaria de propuestas del ya vigente curso político, ha servido para aprobar la liberación de la cuantía aludida, procedente esta del Fondo de Contingencia incluido en el Presupuesto de la Ciudad para el ejercicio en curso.

Según ha trasladado el propio Ejecutivo, la ayuda será canalizada a través de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo, dependiente de la parcela ministerial que encabeza José Manuel Albares. La idea, claro está, no es otra que "dar cobertura a las necesidades básicas de los miles damnificados por la catástrofe".

La noticia se produce pocas horas después de conocerse que las autoridades alauíes no permitirán la entrada de ayuda humanitaria a través de sus fronteras terrestres con España. Así, ni El Tarajal ni Beni Enzar serán, previsiblemente, vías de acceso de posibles suministros, víveres y/o medios humanos.

Pese a que la donación de 100.000 euros dispuesta por las dos ciudades autónomas no entrará directamente por un paso fronterizo como si de mercancía se tratase, no está claro que Su Majestad Mohamed VI vaya a estar por la labor de recibir auxilio -por mínimo que sea- de sus dos preciados enclaves ocupados por España.

Aunque puede que, al tratarse de dinero, el Gobierno marroquí vea con buenos ojos el aporte de sus vecinos españoles, todo parece indicar que habrá que esperar acontecimientos para saber si, finalmente, Rabat pasa o no por el aro de lo que, a todas luces, podría constituir una herida en lo más profundo del orgullo patrio.