Construyendo la identidad del adversario


Construyendo la identidad del adversario
Raúl Sánchez hablaba en una magnífica entrada que lo que al PP le funcionaba en sus grandes y casi históricos feudos autonómicos no eran ni una ideología, ni un programa, ni una gestión, sino la construcción de una identidad, de un imaginario. Para ello hace falta una fuerza comunicativa consistente, que es donde disiento de [...]

Raúl Sánchez hablaba en una magnífica entrada que lo que al PP le funcionaba en sus grandes y casi históricos feudos autonómicos no eran ni una ideología, ni un programa, ni una gestión, sino la construcción de una identidad, de un imaginario. Para ello hace falta una fuerza comunicativa consistente, que es donde disiento de Raúl.

Hablaba específicamente de cómo en Madrid la construcción del PSOE como enemigo de Madrid, que le niega todo el dinero necesario, y como proetarra han calado en la población de tal modo que haga lo que haga Aguirre en educación o sanidad será vista como un mal menor, pues la alternativa sería votar a los ‘come-niños’ sociatas.

Si repasamos otros lugares de fuerte vemos como en la Comunitat Valencia el tema de la denominación del idioma de la autonomía y su rechazo a lo catalán han sido elementos decisorios a la hora de tornar hacia sí el papel de partido natural de gobierno en las tres provincias valencianas. En Ceuta y Melilla el miedo a la invasión sonora o silenciosa define la identidad de los votantes que encuentra su lenitivo en el Partido Popular. En Navarra fue la tendencia distintiva de la identidad vasca compartida hasta hace poco con UPN lo que les dio una fuerza resistente. En Murcia el tema del agua y de que los socialistas querían matar de sed a los murcianos, por ridículo que parezca, ha definido electoralmente y de una forma tremenda a esta Comunidad Autónoma.

Esta construcción de un imaginario del principal oponente ha tenido como principales virtudes que éste no ha sabido zafarse, sino que ha intentado disculparse dentro del marco del PP (donde siempre ganará), cuando lo más sensato hubiera sido negar la mayor en el momento en el que se podía. El oponente malo en el imaginario es tan malo, que por muy desastroso que sea yo siempre seré mejor o menos mal.

La construcción no necesita de grandes argumentos: algunos hechos aislados, bien insertados en los sentimientos más enraizados de cada comunidad, y sobre todo óptimamente comunicados a través de frases machaconas y contundentes. Evidentemente el imaginario puede extenderse a más ámbitos pero siempre con las mismas ideas: los otros son el mal absoluto y están a favor de todo lo que nos perjudica.

La idea de ser la única fuerza capaz de gobernar lleva a la idea de naturalidad y, consiguientemente, a la normalidad. De esta forma hay una especie de acomodación mental entre el gobierno y un partido determinado y la correspondencia entre ambos se ve como algo normal, no realmente político o partidista, sino como parte del orden de las cosas.

[Esta entrada no es más que un esquema]


Filed under: Castilla y León, Celtiberia, Ceuta, Ciencias Políticas, Comunicación, Comunicación Política, Comunitat Valenciana, Diseño de Jugadas, Ingeniería Informativa, Madrid, Melilla, Murcia, Navarra, Partido Popular, Política, PSOE
Posted originally: 2011-06-21 20:25:49

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