Políticas de la identidad (regional)


Políticas de la identidad (regional)
El otro día en una estupenda entrada, Kanciller corroboraba como era mucho más difícil que las formaciones nacionalistas sufrieran desgaste por su gestión al frente de un gobierno que otras formaciones, que sí lo registraban. Creo que al final de la entrada daba con la piedra de toque más allá de las explicaciones sobre el [...]

El otro día en una estupenda entrada, Kanciller corroboraba como era mucho más difícil que las formaciones nacionalistas sufrieran desgaste por su gestión al frente de un gobierno que otras formaciones, que sí lo registraban.

Creo que al final de la entrada daba con la piedra de toque más allá de las explicaciones sobre el nacionalismo, al decir que formaciones explícitamente estatales se comportaban como los nacionalistas en diversas autonomías.

La política de la identidad, como es común, tienen un elemento positivo (lo que somos) y un elemento negativo (lo que no somos). Lo que somos se define de muchas formas, pero hay elementos como una lengua propia que fortalecen la identidad más que otros elementos culturales. Por ello en las zonas donde hay lengua propia o memoria de instituciones propias es más fácil tener una política de identidad en sentido positivo.

En otras zonas del país, incluso con elementos positivos, se ha ejercido una política de la identidad en sentido negativo, reforzando lo que no somos, es decir, haciendo buena la sentencia del psicólogo de grupos, K. Levin, que decía que ‘nada une más a un grupo que un enemigo en común’.

En determinadas autonomías de nuestro país, sobre la base de querellas inmemoriales o coyunturales, se ha construido una identidad al contrario, una identidad reactiva que ha sido más que exitosa. A esa identidad reactiva le ayuda el hecho de que el ‘enemigo’ suele meter ayudar, entre otras cosas porque los que ejercen una política de la identidad no inventa un enemigo, sino que amplifican a uno potencial.

Se ha hablado mucho del modo de hacer política de las fuerzas explícitamente nacionalistas, pero casi nada del proceder equivalente en determinadas regiones de los partidos explícitamente estatales. Muchas veces la diferencia, para los que hemos vivido y/o conocemos esas políticas regionales, es poca y sirve como criterio hermenéutico de determinados comportamiento electorales que, sin tener en cuenta esa política de la identidad, serían poco explicables o ilógicos.


Filed under: Celtiberia, Ciencias Políticas, Comunicación Política, Diseño de Jugadas, Imaginario político, Nacionalismo, Partidos Políticos, Política
Posted originally: 2012-02-27 18:51:30

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