Varela, Valiño y Solís: La Libertad


Varela, Valiño y Solís: La Libertad
  Hace algunos años nací en un piso pequeño de protección oficial,  entonces las mujeres parían en las casas. Era un barrio grande, poblado por pescadores en su mayoría y miembros del sindicato vertical. Mi barrio se dividía en tres, todos con nombres de generales, y la escuela que era microescuela también tenía el nombre [...]

 

Hace algunos años nací en un piso pequeño de protección oficial,  entonces las mujeres parían en las casas. Era un barrio grande, poblado por pescadores en su mayoría y miembros del sindicato vertical.

Mi barrio se dividía en tres, todos con nombres de generales, y la escuela que era microescuela también tenía el nombre de un General.

Había una huerta en mitad de los bloques que llamábamos ”la huerta la mora”, con un magnolio enorme que me sorprendía con sus flores blancas, un pozo, algunas gallinas sueltas y un campillo que lo rodeaba.

 

En la pequeña plazoleta se alzaba un mercado que llamábamos la plazilla, allí se vendía pescados, carnes, había un barbero. Recuerdo las verbenas de entonces y el baile de la escoba, yo era muy pequeña pero veía a mi hermano bailar con las muchachas  y divertirse.

Luego nos mudamos más abajo, donde la casa ganaba metros cuadrados pero sin abandonar el barrio. Tiraron la huerta de la mora y construyeron el polideportivo mas horrible que he visto jamás, un delito contra la estética. Un delito arquitectónico que rompe con la caótica belleza que siempre tuvo el barrio.

Durante el gobierno socialista local le cambiaron el nombre, lo llamaron La libertad, y aunaron lo que era Solís, Valiño, y Varela.  Me divierte ver en el frontal del autobús eso de a la libertad por la constitución y al revés. Al cole le llamaron Rosalía de Castro

Me casé, me fui, pasaron los años, tuve a mi hijo y después de doce años volvimos él y yo solos a  donde yo  había nacido. Cerca de los míos volvía a reconstruir mi vida, viendo a mi hijo crecer jugando en la calle a los mismos juegos que yo había jugado.

Nunca tuvimos flores, salvo las margaritas que brotaban rebeldes cada primavera y el intento de los vecinos de cuidar los jardines de Solís.

El nuevo Plan de Dotación de barriadas ha sepultado las margaritas y las han sustituido por un puzzle de pizarra. Algunos árboles sobreviven. El magnolio lo talaron…

Faltan bancos, lugares para que jueguen los niños, locales donde los jubilados lean el periódico y cuenten batallas. Los autobuses pasan cada media hora y no hay marquesinas ni bancos para esperarlos. No tenemos paso de peatones para cruzar y  coger el autobús. Nos cortan el agua con la facilidad que ponen flores en el centro.

Llevamos más de un año en obras, y el polvo se ha acostumbrado a vivir con nosotros. La avenida de Lisboa la han convertido en un mural kitch  en tres tonos de azules y con embarcaciones de distintas épocas.

Han llegado a tal despropósito que no sé si pedir que arreglen el barrio o lo dejen como está.

Mi partido estuvo ayer visitándolo, yo no los vi. Les hubiera contado muchas cosas…

 

 

 

 



Posted originally: 2010-04-25 23:51:25

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