Actualmente la detección de los trastornos del espectro autista se realiza alrededor de los cuatro años. Una “pérdida de tiempo”, ya que los “signos de alarma” se dan mucho antes y un pronóstico a tiempo mejora la calidad de vida de los pequeños y sus familias. El programa de detección precoz del autismo, que se ha presentado esta mañana en la Biblioteca Pública ‘Adolfo Suárez’, ataja ese problema.

Jenifer Gálvez González, la técnico encargada del proyecto en la ciudad autónoma ha explicado que este sistema permite el seguimiento del desarrollo de bebés entre los 4 y los 36 meses a través de cuestionarios y de observación del juego libre.

A su vez, Beatriz Cavero Olivera, técnico de investigación en Autismo España, ha presentado otras dos herramientas para el diagnóstico temprano llevadas a cabo con fondos europeos: el e-Cuaderno e i-Calidad, que permite a las entidades a integrar la perspectiva de la persona con TEA en el diseño de los planes individualizados de apoyo, para que estos respondan de manera efectiva a sus necesidades, intereses y expectativas.

Gálvez ha indicado que, en el caso de que se detecten signos de alerta, con el programa de desarrollo precoz se realiza una evaluación TEA y si esta es positiva se pasa a una intervención con el modelo ‘impact’. En otras comunidades cuenta además con tecnología ‘eye-tracker’ (de seguimiento y análisis de la vista), aunque todavía no ha llegado a Ceuta.

“Hay que aprovechar la neuroplasticidad de los peques para tener un mejor pronóstico”, ha avanzado sobre esos primeros signos.

El lenguaje, la no respuesta al nombre, la falta de contacto ocular, los patrones repetitivos de comportamiento, la interacción social anómala son algunas de esas señales de alarma de que un bebé puede tener TEA. Para ratificar esa detección precoz o buscar un diagnóstico, las familias con bebés de entre 4 y 36 pueden acudir a la asociación Autismo Ceuta y participar en el programa.

“Pueden venir todas las familias, es importante que vengan los bebés de alto riesgo, que son aquellos que ya tienen hermanos con un diagnóstico de TEA, los prematuros o los que tienen riesgos pre, peri o post natales”, ha abundado, Gálvez.

Ya sea de manera presencial o telefónica la entidad les explicará en qué consiste el programa y las pautas a seguir, “luego ya deciden si quieren participar o no”.

“Seguimos teniendo el problema de que a la hora de diagnosticar se le sigue diciendo a la familia que los niños son muy pequeños y que aunque haya signos pues no, esperan a que el trastorno esté instaurado”, lamenta Gálvez, consciente de que todavía existe un cierto “prejuicio” hacia los TEA.

En el lado positivo, “poco a poco los profesionales de los colegios están más formados”, aunque, como siempre, “queda mucho por hacer”.