La perseverancia hercúlea con la que el Ejecutivo de Vivas se niega a ver la evidencia y a rebatir realidades incontestables ya empieza a sobrepasar la línea del enojo y la ignonimia para caer en el sonrojo y la conmiseración ante tanta insensatez. Negar que los papeles existen y que se ha realizado el espionaje ilegal, algo reconocido por el propio Ministerio, es absurdo y sin sentido, más cuando esos documentos existen y los ha visto ya todo el mundo, tras ser publicados tanto en Ceuta al día, como en El Faro o Interviú.
Ante esta decisión de cerrar filas por parte del Gobierno tan sólo queda conjeturar para intentar descubrir los motivos. Tan sólo se vienen a la mente que el propio Ejecutivo local haya actuado como 'chivato' de sus compañeros de Asamblea ante la inteligencia militar, lo que sería un acto de traición a la propia institución y a la democracia, o que todo busque ocultar ciertos documentos e impedir que salgan a la luz. Informes que según la rumorología popular que en Ceuta va de boca en boca afectarían a uno de los más altos cargos del Gobierno de la Ciudad, con informaciones que supondrían un escándalo político de grandes dimensiones y que pondrían en peligro hasta la estabilidad del PP en Ceuta. La tercera opción es demasiado vergonzosa y abyecta hasta como para pensarla. Y es que ni por un momento habría que vislumbrar que el PP tomase esta actitud por un interés electoral y para evitar perder votos de los militares.
Decía la portavoz del Gobierno sobre los documentos del espionaje que "una cosa es parecer y otra ser". El Gobierno de Juan Vivas "parece" horando a los ojos de los ceutíes, pero no cabe más que preguntarse, ¿lo es?.