Un silencio insidioso

Editorial


El Gobierno de la Ciudad, a través de su atribulada portavoz, firmó una nueva página dentro del memorando de bajezas y atropellos morales que lleva desarrollando con la fuerza de una apisonadora desde que el PP de Juan Vivas y Pedro Gordillo llegase a la Presidencia de la Ciudad. Un nuevo escándalo que sin embargo no logra hacer mella en la conciencia de los ceutíes, narcotizados bajo las alabanzas de una Ceuta más limpia, de un futuro mejor que nunca llega y sojuzgados por la fuerza de un aparato mediático que ha convertido el pensamiento libre en un pecado capital. El anuncio por parte de Yolanda Bel de que el Gobierno apoyará a la Comandancia General "pase lo que pase" es desde luego todo menos tranquilizante. Ya sabemos que en caso de locura transitoria de sus dirigentes, que estuviesen dispuestos a fusilar a ciudadanos en ristra por un mero impulso lunático, el Gobierno de la Ciudad callaría con displicencia, porque el Ejército es una "organización sin tacha". Deben saber los próceres del Ejecutivo del PP que todas las críticas están dirigidas contra personas y actuaciones concretas, en ningún caso contra el estamento militar en su conjunto. Pero si desde la Comandancia General se han dado ordenes para espiar a sindicalistas, políticos y vaya usted a saber quién más, se trata de una realidad criticable y perseguible, a todas luces ilegal, ya que la inteligencia militar no está para dichos cometidos.

La perseverancia hercúlea con la que el Ejecutivo de Vivas se niega a ver la evidencia y a rebatir realidades incontestables ya empieza a sobrepasar la línea del enojo y la ignonimia para caer en el sonrojo y la conmiseración ante tanta insensatez. Negar que los papeles existen y que se ha realizado el espionaje ilegal, algo reconocido por el propio Ministerio, es absurdo y sin sentido, más cuando esos documentos existen y los ha visto ya todo el mundo, tras ser publicados tanto en Ceuta al día, como en El Faro o Interviú.

Ante esta decisión de cerrar filas por parte del Gobierno tan sólo queda conjeturar para intentar descubrir los motivos. Tan sólo se vienen a la mente que el propio Ejecutivo local haya actuado como 'chivato' de sus compañeros de Asamblea ante la inteligencia militar, lo que sería un acto de traición a la propia institución y a la democracia, o que todo busque ocultar ciertos documentos e impedir que salgan a la luz. Informes que según la rumorología popular que en Ceuta va de boca en boca afectarían a uno de los más altos cargos del Gobierno de la Ciudad, con informaciones que supondrían un escándalo político de grandes dimensiones y que pondrían en peligro hasta la estabilidad del PP en Ceuta. La tercera opción es demasiado vergonzosa y abyecta hasta como para pensarla. Y es que ni por un momento habría que vislumbrar que el PP tomase esta actitud por un interés electoral y para evitar perder votos de los militares.

Decía la portavoz del Gobierno sobre los documentos del espionaje que "una cosa es parecer y otra ser". El Gobierno de Juan Vivas "parece" horando a los ojos de los ceutíes, pero no cabe más que preguntarse, ¿lo es?.