La pasada semana desde la Delegación del Gobierno de Ceuta se declaraba a la prensa que los datos económicos publicados sobre nuestra ciudad, en parte adelantados por el Presidente nacional de Cámaras de Comercio, no apoyaban los lamentos de empresarios y sindicatos. Era de esperar. Cuando se ha hablado de los precios tan altos del transporte marítimo, el Delegado mantenía que las navieras calculaban el precio del billete correctamente. Y cuando se reclama la presencia de Ceuta en la cumbre bilateral sobre menores transfronterizos no acompañados, acusa al Gobierno local de ser desleal con el Gobierno de la nación. De la misma forma meses atrás dinamitó la mesa por la economía local porque lo que pretendía, según él, era ponerle deberes al Gobierno de la nación, que era tanto como ponérselos a él, pues él era el Gobierno en Ceuta. Ahora también dice que quien se mete con el Gobierno, se mete con él.

En las clases de estadística se suele poner un ejemplo a los alumnos para que comprendan el sentido de esta ciencia y cómo si no se sabe interpretar, puede llevarnos a resultados grotescos o interesados, según se mire. Así, si pretendemos hacer la media entre dos personas, una rica, que se ha comido un pollo, y otra pobre, que no se ha comido ninguno, los resultados estadísticos nos dirán que cada uno se ha comido medio pollo. Sin embargo, la tozuda realidad nos dice que uno come y otro no come. Ante eso se suele explicar que en ocasiones la media no es representativa cuando se trabaja con datos tan dispares. Por eso los teóricos se ingeniaron la denominada desviación típica, que medía el grado de validez de esta media, pues captaba si la desviación respecto a los valores centrales era o no muy alta. En ese ejemplo, la desviación típica nos indica que la media no es nada significativa. Pero a pesar de ello, un político triunfalista y ramplón seguiría manteniendo que todos comen, aunque la realidad dijera otra cosa. Esto les suele ocurrir mucho a los conservadores de izquierdas, pues por definición son sectarios, de secta, es decir, o se está con ellos o se está contra ellos.

No obstante lo anterior, es cierto que en los últimos cinco años la renta per capita en Ceuta ha experimentado una evolución muy positiva, presentando altas tasas de convergencia real tanto con el agregado nacional como con la Unión Europea. El ritmo de crecimiento en el período, el más elevado de todas las CCAA, ha permitido a Ceuta converger en su PIB per capita pasando de un valor equivalente al 90% de la media nacional en 2000, a un valor equivalente al 98% de la media nacional en 2005. Respecto a la Unión Europea, el índice de convergencia de la renta per capital ajustada por poder de compra ha alcanzado el valor 95,30, prácticamente idéntico al promedio nacional (95,30), si bien la tasa de variación experimentada en el periodo 2000-2005 ha sido notable.

Pero sin dejar de ser lo anterior positivo, no es menos cierto que el modelo económico de Ceuta está desequilibrado y es excesivamente dependiente de variables externas que no puede controlar. Así, el valor añadido de nuestra economía se genera en el sector público casi en un 50%, y en un 30% en el comercio, excesivamente dependiente de los vaivenes del vecino país. Nuestra población es muy joven, y el porcentaje de alumnos que no llega a la educación universitaria altísimo. Y las industrias que podrían crearse al amparo de las reglas de origen, que daría cierto dinamismo e independencia a la situación, son prácticamente inexistentes.

Efectivamente, si observamos con mayor detenimiento los datos de la economía ceutí, y sobre todo su evolución y perspectivas, como hacen los representantes sociales, podremos darnos cuenta que el crecimiento de la economía ceutí está condicionada por las diferencias en la dotación de factores productivos. Si bien la dotación de factor trabajo (tasa de actividad) y capital humano (nivel formativo) son superiores a la media nacional, la dotación de capital en relación a la población queda muy alejado del promedio nacional (68%). Esta infradotación de capital queda oculta en las cifras cuando relacionamos la capitalización en relación con los puestos de trabajo, sin embargo, no debemos olvidar que las tasas de desempleo son mucho mayores en Ceuta, que en el resto del país, lo que da una falsa imagen de economía altamente capitalizada. Pero además, como ya se ha dicho, ese desempleo está compuesto, fundamentalmente, de población joven, poco formada, a la que no se le pueden dar salidas profesionales.

También en el sector manufacturero, la Ciudad presenta una clara desventaja. La rama dominante es la de productos alimenticios, bebidas y tabaco, una de las clásicas ramas con una reducida intensidad en I+D y una demanda poco dinámica, es decir, un grupo de actividades con una reducida capacidad competitiva. Y esto ha de relacionarse con el crecimiento de la productividad del trabajo en donde es muy recomendable una estrategia de cambio estructural de cara a la mejora de la productividad y de los niveles de bienestar de la población ceutí, reactivando actividades hasta ahora poco desarrolladas, como las industrias de tecnología digital al amparo de las reglas de origen.

La debilidad de la actual estructura productiva se ve reflejada en el creciente proceso de deterioro en el comercio exterior de Ceuta. Las relaciones comerciales muestran una evolución doblemente negativa respecto al exterior y al resto de España, pues no sólo han aumentado sus ventas (exportaciones) por debajo de la media nacional, sino que además sus compras (importaciones) han crecido un 37% más que en el resto del país. Pero es importante percatarse que la mayoría de estas importaciones están destinadas a Marruecos, pasando previamente por negocios que, a su vez, tienen comprados empresarios marroquíes, y que generan un escaso valor añadido en Ceuta. ¿Alguien ha pensado qué ocurriría con un cierre de la frontera o con una mayor competencia de los productos marroquíes una vez que el desarme arancelario sea total?.

Por tanto, lo que los agentes sociales y muchos analistas económicos vienen avisando es que el modelo económico de Ceuta está agotado. Que necesita regenerarse y olvidarse de gloriosas épocas pasadas, que no se puede seguir eternamente dependientes de las subvenciones estatales, si las mismas no van acompañadas de medidas de fomento de la industria local y de actividades que permitan encarar el futuro con cierta garantía, y no siempre con el miedo a un cierre temporal de la ¿inexistente? frontera con Marruecos. Y esto son realidades, para el que quiera verlas. Aunque, evidentemente, al que viene a Ceuta a jubilarse plácidamente y a garantizarse una buena pensión, todas estas cuestiones le suenan a lamentos. El problema es que también les parezca igual a sus estupendos asesores.